Como supongo que hoy estarán todos muy ocupados decidiendo a quién votar (y a quién no votar), no voy a agobiarles con más problemas y me centraré en los cuentos porque algunos se empeñan en querer cambiar el pasado como hacía Stalin, borrando de las fotos a los enemigos que había asesinado, o como también hacía el Ministerio de la Verdad en la novela de George Orwell, mientras hay otros que se dedican a juzgar ese pasado con criterios propios del presente. El resultado es que todos acaban falseando la realidad de lo que verdaderamente ocurrió. No cabe duda de que la esclavitud es objetivamente mala, pero un ciudadano romano hubiera tomado por loco al que lo hubiera dicho en la época imperial... y quizás le hubiera enviado a los leones por subvertir el orden social. Por eso es una estupidez la carta que el presidente mexicano López Obrador dirigió a el rey pidiéndole que pida perdón por las barbaridades que se cometieron durante la conquista de Hernán Cortés, que sin duda fueron muchas vistas con nuestros ojos, pero no con los suyos o con los de la mayoría de sus coetáneos. Y cuando Las Casas, una honrosa excepción en la época, puso el grito en el cielo, la corona se apresuró a promulgar las Leyes de Indias para frenar los abusos. Se cumplirían o no pero ningún otro país hizo nada parecido en los cuatro siglos siguientes. ¡Pues claro que se han hecho barbaridades a lo largo de la Historia! y han hecho más los pueblos que han tenido más protagonismo como han sido los ingleses, los españoles y los franceses sobre cuyos caracteres respectivos escribió un delicioso ensayo don Salvador de Madariaga. Mejor haría el presidente mexicano en canalizar sus energías a combatir la corrupción o la criminalidad en su país, que este último trimestre ha crecido un 10% sobre cifras ya insoportables. O en ocuparse de los millones de indios bajo el umbral de la pobreza doscientos años después de la expulsión de los españoles. Una vergüenza que no es culpa de los conquistadores... que tampoco los mataron como hicieron al norte del Río Grande.

No tiene sentido pedir perdón por algo que uno no ha hecho y que además en la época era considerado normal. Es como si ahora los romanos tuvieran que andar pidiendo perdón por toda Europa, los mongoles por media Asia y los ingleses pidieran perdón a los franceses por haber quemado a Juana de Arco. Sería el cuento de nunca acabar y el duque de Bedford, que ordenó la pira, no entendería que le criticaran por algo tan natural en la época como quemar a brujas y herejes. Y más si le ganaban batallas.

No hace mucho oí en televisión que unas maestras -imagino que bienintencionadas aunque algo talibanas- habían eliminado de la biblioteca de la escuela algunos libros que consideraban impropios para la educación de las niñas actuales. Hasta aquí, nada que objetar. Mi sorpresa fue cuando oí que entre ellos estaba el cuento de La bella durmiente de los hermanos Grimm (Charles Perrault había escrito una primera versión allá por el siglo XVII) porque se trataba de un role model (ejemplo de vida) inapropiado pues "el príncipe besa a la joven sin haberle pedido permiso". ¡No me lo podía creer! Al parecer también habían retirado La cenicienta porque las chicas de hoy no pelean con zapatos para casarse con príncipes. Y tienen razón, que bastante tienen con tratar de entrar en una talla 34 para que no las llamen gordas. Quizás había otras razones pero yo estaba haciendo zapping, sólo oí éstas y me entró la risa. Que conste que defiendo a capa y espada que el sexo debe ser alegre y mutua y libremente deseado y consentido, y que supongo que los zapatos de cristal deben ser muy incómodos, pero aquí me parece que las maestras se han pasado varios pueblos a menos que quisieran dejar a la pobre chica durmiendo para toda la eternidad con el príncipe envejeciendo tristemente a su lado mientras la miraba con arrobo y sin poder besarla... porque era imposible pedirle permiso para hacerlo.

¿No sería mejor dejar que los niños sigan disfrutando con estos cuentos y advertirles que fueron escritos en otra época y que por eso sus protagonistas dicen o hacen cosas que hoy no resultan aceptables? Es más trabajo, pero creo que los pequeños saldrían ganando pues de otra forma habría que acabar con buena parte de la literatura infantil más conocida, porque no hay historias más crueles que los cuentos para niños. Por no salir de los hermanos Grimm, piensen en los pobres Hansel y Gretel enjaulados y a punto de ser devorados por la bruja, o en Pulgarcito cruelmente abandonado en el bosque por sus padres. ¡Son historias aterradoras! Una excepción en eso del modelo adecuado podría ser Caperucita Roja, que con mucho valor y astucia acabó con el lobo feroz que antes (otra historia tremenda) había devorado a su abuelita. Lo de las maestras catalanas me preocupa porque por esa vía cualquier día acabarán censurando a Madame Bovary o a Anna Karenina por no ser modelos adecuados al menos en lo que respecta a sufrir por un adulterio o a acabar suicidándose por el peso de la culpa. Por no hablar de los remordimientos de La Regenta tras sus amores con el Magistral...

En serio, la Historia hay que explicarla y no suprimirla, manipularla, censurarla o pedir perdón por ella. Aunque de más trabajo.

*Embajador de España