Soy el hijo de un comerciante. De un pequeño empresario de Tenerife. Soy hijo, también, de esta isla que a veces se aprende a amar mucho más desde la distancia. Cuando me han preguntado, alguna vez, por qué cambié un buen trabajo en Bruselas por la vida política, siempre he dicho la verdad: porque creía y sigo creyendo en que todos tenemos el deber de hacer de nuestra isla un proyecto mejor para vivir, pensando además, y sobre todo, en nuestros hijos.

Durante el tiempo que he estado en el Cabildo de Tenerife, he tenido la oportunidad de ver una isla que no conocía. Que incluso no valoraba. Porque de tu tierra conoces los paisajes, la cultura, las tradiciones. La aprendes por los sentimientos y los recuerdos de tu infancia y tu juventud. Pero sólo la descubres en toda su plenitud cuando conoces de verdad a su gente.

La fuerza de esta Isla está formada por miles de personas, por hombres y mujeres, que cada día cumplen con su trabajo digna y eficientemente. Comerciantes, como lo fue mi padre, que salen adelante con esfuerzo, con el empeño de sus pocos recursos y con el sudor de su frente. Miles de trabajadores que han aumentado la productividad y han potenciado la economía insular. Jóvenes más y mejor formados que constituyen una gran generación, la generación Tenerife 2030 y que desarrollan trabajos altamente especializados en nuevos sectores, en empresas de nuevas tecnologías. Empresas turísticas, hoteleras o de restauración, que nos han convertido en un destino de referencia mundial.

Esas son las bases sobre las que se apoya el futuro esperanzador de nuestra Isla. Y yo he tenido la suerte de ver, día a día, muchos de esos rostros anónimos que no salen en los medios de comunicación, que no tienen mas protagonismo que el de la satisfacción de darle lo mejor a sus familias.

La decisión de volver a presentarme a la Presidencia del Cabildo tiene mucho que ver con esa experiencia. De ver todos los días esa ilusión. Porque tengo la sensación de que hemos hecho un buen trabajo que no podemos dejar a la mitad. Porque creo que esta Isla avanza imparable para convertirse en el motor económico y social de Canarias. Eso lo han conseguido ellos: esas miles de personas anónimas. Pero quiero creer que nosotros, desde el Cabildo, lo hemos hecho posible facilitándoles su vida y su desempeño.

Esta Isla tiene un plan y un horizonte de futuro. Hemos trazado las bases de un programa, Tenerife 2030, que apuesta por ese capital humano que constituye nuestra mayor riqueza. Jóvenes más preparados, con competencias lingüísticas y capacidades nuevas para un mercado laboral que en unas pocas décadas verá cómo desaparecen trabajos que se volverán obsoletos para crear otras nuevas especialidades que aún no imaginamos.

Me siento parte del éxito de nuestra Isla. Y me siento orgulloso de que hoy seamos un referente en Canarias. No hemos logrado crecer a base de victimismo y bronca, sino de trabajo y de esfuerzo propio. Nuestras empresas han creado más empleo que nadie en Canarias, nuestros sectores productivos funcionan con eficacia, nuestra Isla es hoy más bella que nunca y hemos blindado la protección de nuestro mayor recurso, que es la naturaleza.

Hay un discurso negativo, casi apocalíptico, que pone el acento en todo lo que nos falta por arreglar. Es el grito de los del no. Un discurso morado, de la izquierda radical, al que se ha acoplado el PSOE, porque le tiene rabia y vive con el rencor a Coalición Canaria. Pero frente a esos mensajes negativos emerge una realidad difícil de negar: la realidad cotidiana de una sociedad más fuerte, más sana, más dinámica y más próspera.

Nadie es imprescindible, eso lo tengo claro. Conmigo o sin mí, con Coalición Canaria o sin ella, a esta Isla ya no la para nadie. Pero creo honestamente que tenemos el deber y la responsabilidad de continuar un trabajo que no ha terminado. Si hoy me preguntaran por qué me presento a la Presidencia del Cabildo podría decir lo mismo que dije la primera vez: por amor a esta tierra y a su gente. Sería verdad, pero no sería toda la verdad. Me presento, también, porque sé positivamente que Tenerife va a dar un salto de gigante. Y con el corazón en la mano: no me lo quiero perder. Quiero estar ahí para disfrutarlo como esos miles y miles de hombres y mujeres que lo harán posible. Por la memoria de mi padre y por el futuro de mis hijos.

*Candidato de CC-PNC a la Presidencia del Cabildo de Tenerife