Elena se jubiló y ella dio la noticia de una manera discreta, sencilla, como si fuese algo normal y que todos los días sucediese. Ella vivió ese día con total normalidad pero no así el resto de sus compañeros y compañeras porque, para todos ellos, Elena es un baluarte, es un ejemplo de serenidad, paciencia y espera, y de sobras saben que la van a extrañar inmensamente.

Elena trabajaba al lado de una ventana de la casa de Torrehermosa en La Orotava. Pegada a la ventana porque necesitaba que la claridad iluminase el bastidor donde calaba los más inimaginables manteles, toallas, ajuar, paños calados y todo lo que se pueda traducir a este fino oficio artesano.

Elena, la Caladora, era capaz de bordar y calar cualquier idea, cualquier plantilla que le llegase y crear sus propias colecciones, como por ejemplo, la línea de calados que le dedicó a la ciudad italiana de Pietrasanta y que se comercializan en la Empresa Insular de Artesanía. Elena investigó hasta poder lograr plasmar en la tela un fino trabajo sacado de un manuscrito italiano que publicaron en una revista como algo histórico y de mucho valor.

Mientras la vida a veces la vemos pasar como una auténtica Jaula de Grillos, donde la discusión, la bronca, los malos modos, las envidias letales, la pérdida de un puesto de trabajo sin ningún tipo de explicación, la situación en Venezuela, las grandes sequías por el cambio climático o el hastío a todo, Elena oía las noticias en una pequeña radio y seguía calando. A veces lo apagaba porque para poder hacer auténticas obras de arte se necesita tranquilidad y serenidad.

"Díganle a Elena que baje porque unos señores alemanes quieren conocerla". Más de una vez sucedió que los clientes venidos de muchas partes del mundo, tras admirar los trabajos tan impresionantes de calado en miniatura, pedían que la artesana les diera una explicación y ella, colorada de la vergüenza, explicaba que era un calado muy antiguo de hebra, o el calado tipo colmena, o el calado descubierto en una casa de gente adinerada en piezas de un ajuar de hace dos siglos.

Hay catedrales en muchos lugares del mundo donde en los altares están los manteles calados y los paños para tapar el cáliz y el cuenco donde van las hostias ya consagradas. Las manos de Elena son bendecidas todos los días en muchos lugares del mundo sin ella saberlo.

El silencio es su pasión, aunque en su pueblo, Tejina, en la fiesta de la Pamela, ya la gente espera a ver la que ha elaborado Elena y aseguran que ese momento es auténticamente mágico. Elena lo vive con especial ilusión y diversión a través del calado y del fino bordado.

Elena ha mostrado su trabajo en muchos lugares del mundo como Marruecos, Cuba o Italia, por ejemplo. Siempre dispuesta a coger su bastidor, sus telas sus hilos y agujas para mostrar sus trabajos al mundo.

En Italia, que coincidí con ella, de repente me la vi rodeada de señoras y de algún señor con libretas y las italianas absolutamente absortas y el cardenal que visitaba la feria. Escribo bien, un cardenal eclesiástico. Elena explicaba y un traductor traducía. Esto es calado Caracol, este es Madrigal, este que ven es Puerta Iglesia (el cardenal miraba y sonreía), este es Punto Espíritu, y las italianas y el cardenal rieron a carcajadas cuando el traductor tradujo en italiano Calado Basto -Ricamo Grossolano- y creo que la palabra Grossolano en esa región es una derivada ordinaria del aparato genital masculino.

Una italiana trajo corriendo a un carpintero del pueblo para que analizara los bastidores de madera que llevó Elena a Italia. Me cuentan que en Pietrasanta, en esta región maravillosa de la Toscana, las señoras italianas calan y bordan según los dictados de Elena y aun se ríen con la palabra Grossolano.

Podría escribir un libro entero dedicado a Elena Hernández Campos, la Caladora, la que en la mañana marcaba finos paños para que otras compañeras de oficio pudiesen trabajar y seguir difundiendo nuestra artesanía, a la que ningún calado se le resistía y la que aprendió a usar internet porque lo necesitaba para investigar sobre los bordados de todo el mundo.

Y mientras Elena está diseñando la Pamela que lucirá en las próximas fiestas de su pueblo, nosotros estamos cada uno en nuestras batallas, nuestras guerras diarias, nuestros pequeños logros y nuestras ilusiones. Me pregunto cuántas misas se celebrarán hoy domingo en los altares adornados con los calados de Elena. Todas esas bendiciones hoy serán para ella.

Gracias Elena por dar lo mejor de ti para tener una isla mejor. Mándanos una foto de la Pamela que no se la enseñaremos a nadie.

*Vicepresidente y consejero de Desarrollo Económico del Cabildo de Tenerife