De entrada y de salida, te la regalo. Mil veces peleada con Jorge Javier Vázquez, ahora han hecho de nuevo las paces de cara a la participación de la tonadillera en el reality show de Telecinco Supervivientes. Y yo creo que va a ganar porque juega con ventaja: toda su puñetera vida ha sido un show y a ella le ha sacado partido más que a su propia carrera profesional. Por mucho que a demasiadas personas les guste su cantar a mí su imagen me repulsa. Se convirtió en la viuda de España cuando se murió Paquirri, y no salió de aquel rol de plañidera hasta que nació el listo de Paquirrín, al que paseó por tantos escenarios que debió ser entonces cuando el niño se cogió el airón que aún mantiene. Y es que es un desafío a las leyes de Mendel. Con un carácter de aúpa, ahora el papel de la Pantoja es caer bien a la patria que ve estos programas y salir triunfante. Me parece una bajeza atroz. Pero lo que resulta es que a la Pantoja no se le puede pedir más. Ella da lo que da y es solo lo que todos vemos: un guiñol del circo televisivo que canta.

Contaba Jesús Mariñas, en cierta ocasión, y presuntamente, que la Pantoja parecía boba, pero que para perras era una auténtica profesional. El cronista del corazón aseguraba que la tonadillera había metido la mano en tres cajas fuertes en silencio. La primera fue la que se suponía que tenía Paquirri en Sudamérica, la segunda la de su más que amiga Encarna Sánchez, que andaba perdida por ella, y la tercera, más que en una caja fueron bolsas de basura, que eran las de Julián Muñoz. Todo presuntamente, claro. La Pantoja es vasta como el papel de lija, y su entorno así lo ratifica. Se pasa la vida embroncada con sus hijos, con la prensa, consigo misma. Y la que se alzaba a sí misma como una diosa de la canción al más puro estilo de Rocío Jurado, además de no haberle llegado jamás a la suela del zapato, va terminando su vida artística como las Campos. Es decir, de pena y haciendo el ridículo. ¡Ay, Señor, a ver si esta España se va!

@JC_Alberto