Ya hay fecha para los primeros contactos: Pedro Sánchez ha citado en La Moncloa para la próxima semana a los líderes de los partidos nacionales, dejando fuera a Vox. Casado, Rivera e Iglesias acudirán entre el lunes y el martes al encuentro con Sánchez. En una suerte de ataque de cuernos, Iglesias se quejó ayer de la decisión de Sánchez de convocar primero al PP y a Ciudadanos, antes que a Podemos. Iglesias anda con la mosca detrás de la oreja. Sabe que el PSOE quiere gobernar en solitario, y que a él le resultará difícil votar en contra de la investidura. Se enfrenta al abrazo del oso de Sánchez, segunda vuelta. Ha empezado Iglesias por quejarse por un asunto de prelación, sabiendo que la cita en La Moncloa se justifica en la representación que ostenta cada partido por sus resultados. Pero él necesitaba una señal pública de afecto. Y no la ha tenido.

En realidad, estas primeras reuniones y encuentros son apenas una pantomima protocolaria. Se trata de ir llenando el tiempo hasta la próxima cita electoral del 26 de mayo. Hasta entonces Sánchez va a seguir instalado en la indefinición, reclamando gobernar en solitario, para no contaminar con sus alianzas las opciones del PSOE en regiones y municipios. De aquí al 26 de mayo habrá encuentros, tanteos y exploraciones, y todo un catálogo de declaraciones sobre preferencias y posibilidades tácticas, pero no se va a producir ningún acuerdo, hasta al menos, la elección de la mesa del Congreso, que no sería en ningún caso antes del 21 de mayo. Cabe la posibilidad de que en ese momento se hagan evidentes -en función del reparto de los nueve sillones de la mesa- las preferencias del PSOE en materia de alianzas. También podría ocurrir -sobre todo si Podemos no logra arrancar ningún compromiso, siquiera secreto, de acuerdo de gobierno- que el conjunto de la oposición apoye una mesa en la que el PSOE no tenga el control, complicando aún más una legislatura que ya se presenta borrascosa. Sánchez hará lo imposible por evitar esa situación.

Por eso, lo más probable es que en este mes presenciamos dos juegos distintos: uno de cara a los votantes, en el que el PSOE se niega a comprometerse con ninguna opción que no sea la de gobernar en solitario, y otro juego a puerta cerrada, entre el PSOE, Podemos y los partidos territoriales y separatistas. Todo ello acompañado con mucho ruido de fondo, declaraciones de Ábalos sobre posibilidades y preferencias, matizaciones de ministros y dirigentes regionales del PSOE, solemnes golpes en el pecho de Albert Rivera y lecciones de alta Ciencia Política del profesor Iglesias. Sin olvidar la recurrente diarrea declaratoria de agentes económicos y aliados sociales de unos y otros.

Puro entretenimiento: todo lo que ocurra hasta después del 26 de mayo será marear la perdiz. El 26 se juega muchísimo poder local y regional y el PSOE no va a cerrar el Gobierno sin antes analizar las opciones de pactos en municipios y autonomías. Sería del género tonto hacerlo.