He tenido la oportunidad, en estas recientes fechas electorales, de escuchar a alguna persona decidida a no participar en ellas. "Yo no voto..." me decía. Y, amortiguada la afirmación -supongo- por mi cara de extrañeza, añadió que "...tal vez debe ser porque he tenido suerte en el ámbito laboral y no he sentido la necesidad". Ya sabemos que esta actitud no es delito. Nadie está legalmente obligado a votar. Pero sí que existe una responsabilidad moral de participar en la vida social y en el bien común. Pero, votar no basta para garantizar este deber moral que nace de nuestra condición social de seres humanos.

Nadie debería considerar que el introducir un par de sobres en un par de urnas electorales es suficiente para sentir que su compromiso social está garantizado y su contribución al bien común es la adecuada. Para nada... Elegir a los administradores públicos es un modo de participación cívica en democracia y constituye una posibilidad libre, pero no es suficiente. Es insuficiente del todo. No basta con elegirlos y sentarnos durante cuatro años a contemplar pasivamente lo que hacen, convirtiendo las siguientes elecciones en una forma de juicio social a la gestión realizada. Tenemos muchas posibilidades de realizar un seguimiento de la gestión y de participar en la vida social de forma activa.

El asociacionismo, la utilización de los medios ordinarios y extraordinarios de denuncia, el aprovechamiento de los órganos institucionales vinculados a los derechos de los consumidores, la solidaria denuncia de la economía sumergida y la explotación laboral en las instancias oficiales, etc., son expresiones de un adecuado compromiso social. Ya no vale aquello de "ande yo caliente, ríase la gente" del más individualista refranero popular que nos sitúa como meros espectadores de lo que ocurre. Si una acera de la calle está rota, habrá que comunicarlo, a través de los medios oportunos, a quien tiene la obligación de arreglarla. Esperar cuatro años es del todo insuficiente.

Mientras esto no ocurra, los partidos políticos seguirán teniendo la tentación de sentir que quienes gobiernan solo necesitan la legitimidad de las urnas. Y como éstas se abren cada cuatro años..., pues ya está. ¿A qué empresario le resulta suficiente tomar contacto con su empresa y sus trabajadores cada cuatro años? Pues hemos contratado, conforme a nuestra Constitución española, a 350 trabajadores para el Congreso de los Diputados, y hay que estar atentos a la gestión de nuestros trabajadores.

El hecho incuestionable de ser en sociedad, seres en relación, es el fundamento para valorar nuestro compromiso social público. Somos personas políticas, por este hecho constitutivo de nuestra identidad. Identificar política con partidos y luchas electorales es una pobreza cultural severa.

La verdadera política nace del compromiso social.

*Delegado de Cáritas diocesana de Tenerife