La especulación de que el trabajo es un castigo divino fruto de la expulsión del Jardín del Edén por haber comido la fruta prohibida no está completamente contrastada. Por otro lado, hay teorías que nos dicen que, al ser la fuente primigenia de la riqueza, es lo que ha distinguido a la humanidad como paso decisivo en el tránsito evolutivo. Ahora bien, si esto es lo que ha pasado, ¿qué nos deparará el futuro? El futuro es impredecible, aunque gracias a la prospectiva se pueden establecer diferentes escenarios de ocurrencia, que permiten poner en marcha una serie de iniciativas para condicionarlo. No obstante, en toda materia que se base en las ciencias sociales, los conceptos de racionalidad, eficiencia, equidad o suficiencia son cuestionados dependiendo del prisma con el que se observe.

En el ámbito de las relaciones laborales, a las que les dedicamos normalmente un mayor número de horas que a nuestra vida personal, el anticiparse a los cambios por parte de ambos lados del mercado se muestra como el reto fundamental. Independientemente de que para la puesta en circulación y posterior obtención de un empleo ya no solo será necesaria la dotación de conocimientos especializados de acuerdo a cada una de las ocupaciones que pretendamos cubrir, deberemos adquirir una serie de requerimientos transversales que nos permitan adaptarnos en tiempo real a las diferentes demandas que se nos hacen.

Porque las relaciones laborales mutan debido a que las sociedades mutan. La continua necesidad de albergar mercados, de satisfacer necesidades, hace que las unidades de negocio actúen con lógicos criterios de eficiencia y rentabilidad. Además, en cada etapa de la evolución, un aumento en el nivel de complejidad de las condiciones externas exige un aumento en el nivel de complejidad de la capacidad interna de toma de decisiones. Pero más allá de una vinculación laboral en forma de contrato a cambio de una retribución determinada, se encuentra la afección de nuestro desempeño profesional sobre nuestra integridad, tanto física como mental. Y ahí entramos a valorar la seguridad y salud en el trabajo.

Es evidente que los avances tecnológicos están cambiado los lugares de trabajo, lo que plantea grandes interrogantes en relación con la seguridad y salud así como con la propia organización del mismo, debido a que puede diluir los límites entre la vida laboral y la vida personal, si bien aumenta la autonomía de las personas trabajadoras, por otro lado puede incrementar los factores de riesgos psicosociales. Además, una variable añadida que hay que incorporar es que nos formamos para posicionarnos en puestos de trabajo que aún no existen, fruto, por un lado, de las innovaciones tecnológicas, aunque también de la innovación social. Y para absorber dicha innovación se hace necesario consenso y conocimiento. Consenso para generar la empatía necesaria y saberse conocedores de lo que desea, piensa y necesita la otra parte, con la finalidad de no acceder a los denominados juegos de suma cero donde la ganancia de una parte se corresponde con la pérdida de la otra (aunque al final terminan perdiendo ambas). Y conocimiento porque los problemas complejos se solucionan con procedimientos complejos. De ahí que sea mejor desconfiar de las soluciones mágicas y simplificadoras que de un solo plumazo hacen desaparecer todos los inconvenientes.

En Canarias, con el fin de posicionar al Archipiélago en un centro neurálgico de debate y propuestas coincidiendo con el centenario del nacimiento de la Organización Internacional del Trabajo y organizado por esta, se ha llevado a cabo un Simposio Iberoamericano en torno al futuro del trabajo que queremos. En este seminario, más de una treintena de ponentes expertos en el ámbito jurídico, económico y social de siete países debatieron sobre las relaciones entre el trabajo y la sociedad. Además, posteriormente se llevó a cabo la Conferencia Tripartita Autonómica de Canarias de la OIT, en donde las organizaciones empresariales y sindicales más representativas en el ámbito de la Comunidad Autónoma junto con la Administración Pública, llevaron a cabo una puesta en común sobre el concepto de trabajo decente en el mundo, las nuevas formas de organización del trabajo y la producción en las empresas, y la gobernanza de las relaciones de trabajo. En dichos encuentros se abordaron asuntos como el trabajo atípico y la calidad del empleo, las nuevas profesiones del futuro, las innovaciones tecnológicas y la robotización o el impacto de estas transformaciones tecnológicas en el modo de prestar trabajo y en el modo de organizarlo por parte de las empresas. Del mismo modo, se analizaron las normas internacionales del trabajo en el futuro que derivarán en normas transnacionales para las empresas que trabajan en red, así como cuál será el futuro de la ley laboral y si los Estados seguirán regulando las relaciones de trabajo, o si la negociación colectiva será igual o se modificará el modelo de diálogo social.

No obstante, sean cuales sean los escenarios futuros, sólo podemos condicionarlos desde el presente a través de la formación y la socialización del conocimiento, llegando a más colectivos de personas que tarde o temprano terminarán situándose en las relaciones laborales, conjuntamente con la potenciación de la investigación sobre aquellas formas de negocio o aquellos sectores que pudieran dar lugar a riesgos nuevos hasta ahora desconocidos. Pero no tendría una eficacia completa si no se continúa por la apuesta por una imprescindible y necesaria implementación de más y mejor cultura preventiva. Feliz Día Mundial de la Seguridad en la Salud y en el Trabajo.

*Director general de Trabajo de la Consejería de Empleo, Políticas Sociales y Vivienda del Gobierno de Canarias