Una relación espejo es cualquier tipo de relación donde te ves reflejado, tanto para lo bueno como para lo malo. Seguro que lo habrás oído mil veces, pero ¿te has parado a pensar detenidamente qué significa eso? Probablemente, por sentido común, podamos entender lo que puede significar, pero ¿sabemos qué es exactamente una relación espejo?

Empecemos desde el concepto, la Teoría del Espejo es atribuible al psicoanalista Jacques Lacan, cuando analizó la formación del yo durante la fase de desarrollo psicológico del niño entre los seis y dieciocho meses. En este periodo observó y estudió cómo el niño o la niña es capaz de identificar su propia imagen por primera vez, en el espejo... y al reconocerse empieza a interiorizarla y empieza a comprender quién es. Es el momento de ponerse cara... Hasta ahora solo veía partes de cuerpo y llega el momento de indentificarse, de compararse y de distinguirse del otro. Este aprendizaje o identificación del yo va variando con el crecimiento, las experiencias, las relaciones, la madurez, viéndose influenciado por su interacción con el entorno y por cómo se ve en él. Las relaciones sociales e interpersonales que adquirimos a lo largo de nuestra vida tendrán que ver con nuestra formación del yo y de cómo nos reflejamos en el mundo.

Pero ¿cómo nos afecta la teoría del espejo en la vida adulta? La realidad es que vamos aprendiendo a descubrir quiénes somos a través de los ojos y de las opiniones de los demás, y cada persona que conocemos durante el transcurso de nuestras vidas nos puede aportar algo diferente.

"El encuentro de dos personas es como el contacto de dos sustancias químicas: si hay alguna reacción, ambas se transforman", afirma Carl Gustav Jung.

Las relaciones que construimos a lo largo de nuestra vida nos brindan un aprendizaje sobre nosotros mismos. Toda relación que establezcamos ya sea familiar, de pareja, amistad, laboral o puntual nos hace reaccionar de formas diferentes y en momentos diferentes. Aprendemos de cómo interactuamos con cada una de ellas. Cómo nos hacen sentir, cómo respondemos, qué nos afecta, qué nos agrada, qué nos altera... todo dice algo de nosotros. ¿Interesante, no? Quizás si dejamos de pensar que es el otro el que nos produce esa reacción y nos centramos en nosotros, aprenderemos más sobre nuestro yo y de cómo somos. Seguramente nos hemos hecho una imagen nuestra más perfecta de la que existe en realidad y es el momento de plantearnos cómo somos realmente, viendo en el otro lo que nos gusta o no nos gusta de nosotros. Todas las relaciones son reflejo de nosotros, puesto que somos nosotros los que reaccionamos a cómo interpretamos esa conducta, acción o palabras del otro. Reaccionamos de forma inconsciente y es ahí cuando surge la oportunidad de conocernos más. Por ejemplo, si hay algo que me hace reaccionar negativamente, no seré yo que lo está interpretando así, y si no... qué es lo que realmente me afecta. Si vamos eliminando premisas iremos viendo que al final se termina en un no sentirme querido o querida , con un no sentirse respetado o respetada, un no sentirse importante para la otra persona... y eso, ¿de dónde nace?, ¿cómo es que nos sentimos así? Y sobre todo... ¿desde cuándo me siento así? ¿No será la otra persona la que está despertando malestares míos propios de los que no soy muy consciente?

"Todo lo que nos irrita de otros nos lleva a un entendimiento de nosotros mismos", explica Carl Gustav Jung.

Ahora bien, ya hemos visto que existen muchos sentimientos o reacciones que de manera inconsciente rechazamos o no reconocemos. Son partes de nosotros que no estamos dispuestos a ver; que puede que nos gusten o no, que puede que incluso nos neguemos y no seamos capaces de verlas, nos molestan y para defendernos de esto utilizamos lo que en psicología se llama proyección. En las reacciones positivas te estás reflejando en la otra persona con una parte que te gusta de ti, que valoras. Y en las negativas suele ser algo que no soportas, ya que lo censuras y aun así forma parte de ti, negándote el verlo o reconocerlo.

Sé que todo esto es difícil de comprender y aún más cuando nuestro propio inconsciente está censurando lo que lees, pero, ¿acaso no te han venido ejemplos a la cabeza? Y esos ejemplos ¿son para rebatir una teoría que está más que instaurada y lo que quiere tu cabeza es negarla? ¿Curioso verdad?

El inconsciente, de alguna manera, está trabajando para protegerte de algo que hasta a ti mismo le cuesta reconocer, pero no pasa nada. Este artículo sólo debe servir para abrir un poco la mente y generar la duda sobre nosotros mismos. Hacernos más permisivos, más generosos y más pacientes con el otro. La vida no es todo blanco y negro. Tu blanco y tu negro. Piensa que la persona de enfrente también está en la misma situación. Reacciona igual que tú e interpreta en función de su vida y sus circunstancias... inconscientemente.

También hay que hacer excepciones, no todo es proyección o reflejo. Es decir, existen personas que son maleducadas, groseras, con mal carácter, envidiosas y un largo etcétera, y eso no significa que nosotros seamos así inconscientemente y por eso lo rechazamos. Se nos ha educado en unas formas, un respeto y unos valores hacia el otro y al igual que nosotros lo hacemos pretendemos que se nos trate por igual. Cuando se habla de reflejo o proyección se hace desde una situación normalizada que no pasa el umbral del anular, herir o descalificar al otro.

Es por todo esto que tras la lectura de estas letras hagamos un trabajo personal en nuestro día a día, quizás te es fácil, quizás no tanto, pero conocernos a nosotros mismos es una tarea diaria que a veces nos sorprenderá y otras nos dará quebraderos de cabeza. Pero al fin y al cabo, cada día que vamos evolucionando lo que realmente intentamos es estar mejor, ya sea con nosotros mismos o con nuestro entorno, entender quienes somos y cómo somos nos dará más oportunidades para ser más felices. ¿Acaso no merece la pena?

*Psicóloga y Terapeuta

http://anaortizpsicologa.blogspot.com

La vida no es todo blanco y negro. Tu blanco y tu negro