La adoran o la detestan. La llaman kíkara con orgullo o menina con desprecio. Lo cierto es que Ana Oramas es la única nacionalista canaria que ha sido elegida sin ir aliada con nadie a representar los intereses de nuestra tierra a viva voz. A pleno pulmón. Y ha conseguido hacer oír en Madrid, una y otra vez, lo que Canarias aprobó: nuestra pequeña gran constitución. Ani pertenece a un partido (CC), inmerso a todas luces en un país, en el que vivimos, y que rechaza el independentismo y el populismo a más no poder. No así los derechos que Canarias necesita para ser tratada igual que el resto de comunidades autónomas españolas. Uno se fija en la política de la Carrera de San Jerónimo y se da cuenta de que vivimos uno de los peores momentos parlamentarios desde los inicios de la Constitución que nos acoge. No hay valores, no hay clase, no hay educación, no hay soluciones, no hay casi nada. Y si Oramas fue premiada como la mejor oradora, no fue solo por defender a Canarias con uñas y dientes, sino por defender al Estado de depredadores políticos y de maleducados farfulleros.

De cara a las generales, todo se centra en los cinco partidos, de los que en ninguno veremos a un canario en la tribuna del Congreso defendiendo los derechos de su tierra, cuando tienen en contra, incluso, a sus propias filas que prefieren otras opciones. Yo nunca lo he llegado a ver; ni hoy ni nunca. Es demasiado complicado, incluso habiendo pasado la Semana Santa, que alguien se parta el pecho por Canarias, sin que le obliguen a bajar la voz. A no ser que necesiten los votos nacionalistas para tener, los partidos nacionales, que verse obligados a pactar. En buena convivencia con el PP, CC logró hacer ley la ayuda contra la pobreza, el agua, las carreteras, el empleo€, y todas se las ha pasado chulescamente Pedro Sánchez porque no necesita los votos nacionalistas canarios. Incluso el de su socio Pedro Quevedo de Nueva Canarias. Hoy Ana Oramas me viene a la cabeza con más fuerza que nunca.

@JC_Alberto