Y allí estaba él. No era un espejismo, era una autentica realidad, era él, un poco más mayor, como yo, pero él. El jueves me llamó. Al principio no lo reconocí , sabía que esa voz me era muy familiar, hasta que se identificó. Teníamos la friolera cantidad de 30 años sin vernos. Ustedes imaginen todo lo que tienen que hablar dos personas que llevan treinta años sin verse aunque se piensen. ¡¡¡Treinta años!!! No podía pasar un día más y me invitó a su casa en La Matanza. El sábado acudí a esa preciosa vivienda donde me recibió cariñosamente su amigo de toda la vida. Y es que treinta años sin vernos da para estar semanas enteras hablando de los dos y de nuestras vivencias.

Nos perdimos la pista en el año 89 en Venezuela. Yo regresé a Canarias, a Tenerife, y el se quedó con sus negocios, su mundo, su idiosincrasia, su vida trabajadora, sus aciertos, sus tristezas, su añoranza. Los dos somos de Vallehermoso, los dos fuimos a Venezuela, los dos trabajamos en el mismo sector de la hostelería, los dos vivimos los años dorados de la Caracas de los 80 del pasado siglo, los dos regresamos a Tenerife, yo regresé un poco antes, pero por un motivo u otro nos perdimos la pista. A él no le gustan las redes sociales y yo soy practicante. Muchas veces lo busqué pero no lo conseguí. Pero lo importante es que ya nos hemos vuelto a ver.

¿Cómo es posible que en cuatro horas ya estuviésemos al día después de treinta años de ausencia?

La casa está llena de rincones maravillosos y de recuerdos de ambas orillas. Mi amigo siempre ha tenido una sensibilidad a flor de piel que se nota en cualquier rincón de su vida. Me señalaba el mar y me decía "a seis mil kilómetros está Venezuela". La tarde la pasamos mirando al Atlántico, hablando sin parar, hasta que vimos el sol ponerse, vimos oscurecerse. Hacía treinta años que no compartíamos nada y qué mejor que compartir una puesta de sol en Tenerife como homenaje a todo ese tiempo.

Efraín, ¿te acuerdas de esto?, ¿te acuerdas de aquello?, ¿te acuerdas de tal persona?, ¿te acuerdas cuando nos invitaron una Semana Santa a un yate, nos preparamos y cuando llegamos al puerto quien nos había invitado no tenia ningún yate? Y reímos mucho recordando los tiempos pasados. Hay que reír más mis queridos lectores y amigos.

La vida te une, la vida te aleja, la vida te reencuentra, la vida te da momentos inolvidables como el vivido el sábado de gloria, porque fue eso, una auténtica gloria.

Y cuando me llevó a ver su bodega le comenté entre risas: "pero si tienes más poderío que Angela Chaning, la de Falcon Crest". Y cada momento fue un chute inmenso de felicidad después de treinta años sin vernos.

Al final, cuando me iba, le dije que tenía que volver porque se nos quedaron miles de anécdotas en el tintero. Y ya lo dice el refrán que recordar es vivir.

Ya, subiéndome al coche, las aves tropicales que tiene en esa estupenda casa hicieron una algarabía como despidiéndome. Finalmente llegamos a la conclusión de que más pronto que tarde iríamos a Venezuela a reencontrarnos con nuestros recuerdos. Increíble. Treinta años sin vernos.

*Vicepresidente y consejero de Desarrollo Económico del Cabildo de Tenerife