Cargándose los usos y costumbres tradicionales de los canarios, Fernando Clavijo llegó esta semana al Juzgado de La Laguna con una hora y pico de adelanto sobre el horario previsto. Con lo que una parte de la prensa que esperaba el paseíllo judicial se agarró un cabreo tremendo. Esas cosas no se hacen. Son una descortesía y un atentado a la libertad de expresión.

¿Y por qué -se dirán ustedes- se cogen los medios una perreta por no sacarle una foto entrando si al final le vas a sacar una foto saliendo? Pues porque no es lo mismo. No es igual tejidos y novedades en el piso de encima que te jodes y no ves nada y encima te piso. No es igual captar la imagen del interfecto caminando, con cara de circunstancias, hacia el edificio de la Justicia, que aparece al fondo, con la oscura boca de sus puertas esperando para devorarle, que recoger la imagen de un presidente sonriente, con su mochila a cuestas, que se está alejando del peligro, como dejándolo atrás. ¿Comprenden? Prueba superada y eso. Parece que no, pero esto de la carga simbólica de las imágenes no damos puntada sin hilo.

El presidente Clavijo dice que llegó tan temprano no porque tenga querencia por madrugar o porque quisiera boicotear el sacrosanto deber de los fotógrafos y cámaras de los medios, sino porque se tenía que reunir con su abogado para repasar la declaración. ¡Que flojetud argumental!

Pues haber quedado en un bar, como hace todo el mundo, y así no habría estropeado la imagen por la que algunos habían esperado tanto. Aunque bueno, también tendremos que convenir en que el presidente tuvo el detalle de no ir vestido de capuchino a que le vistieran de capuchino en su Semana Santa judicial. Que alguna tentación supongo que habrá tenido. Pero hizo bien. Si hubiera salido con un capirote tapándole la faz política no habría podido superar sin traumatismos craneoencefálicos el cordón sanitario de los que le esperaban con un teléfono móvil en la mano para inmortalizar el momento. Y además le hubieran reconocido por la mochila.

El presidente dio una rueda de prensa en el sitio donde trabaja. O sea, en Presidencia. Que no sé yo si en eso estuvo afortunado. Tendría que haberla dado en el mismo bar donde debería haber celebrado la reunión con su abogado. Le faltó sensibilidad. Y le sobró la rueda de prensa, porque su declaración se ha publicado con tantos pelos y señales que parece el informe Warren sobre el asesinato de Kennedy. Nunca unas grúas y unos tubos de escape desaparecidos dieron para tanta literatura. Mientras estaba el hombre en plan lacónico diciendo esto y lo otro, las rotativas estaban imprimiendo ya sus declaraciones judiciales. Que digo yo que si la próxima vez no podrían dejar a las televisiones retransmitirlo en directo y eso que llevamos ganado.

Habrá que ver qué va resolviendo la jueza del caso, que debe estar hasta más arriba de la toga con tanto tejemaneje político, mediático y jurídico. La oposición cree que a Clavijo hay que colgarle por los pulgares y despellejarle con una hojilla de afeitar chinas de esas que cortan poco. Es lo normal de la oposición en este país. Sus aliados piensan que el tema es ridículo y no da para mucho más. Son gente que parece desconocer el precedente de que por hacer un parking público en suelo público dos concejales y una funcionaria fueron a la cárcel sin que a nadie se le moviera un pelo del bigote. Lo de la justicia es un decir, que depende del cuándo, quién y dónde.

En todo caso, el presidente del Gobierno canario se ha convertido en una pieza de caza mayor en el punto de mira de la Fiscalía General del Estado, que ha enviado señales tan evidentes de ello como un faro en mitad de una tormenta. La causa judicial cumple hoy la espuria función de convertir al candidato nacionalista en un pato cojo al que el resto de los partidos le pueden disparar con munición infinita. Y encima, cuando se hayan celebrado las elecciones tendrá una segunda valencia, aún más importante: impedirle ser presidente.

En cualquier Gobierno de pacto -que será el único posible, en esa parranda de cantadores que será el futuro Parlamento- Clavijo no será admitido como candidato. Da igual que meses más tarde se archive la causa. O que sea absuelto. La bala de plata habrá funcionado.