El 28 de abril no se define únicamente quién va a presidir el próximo Gobierno y con qué apoyos. Están en juego tres cuestiones de bastante gravedad: la insuficiencia de las cuentas públicas y el empleo; la reconfiguración de la estructura del Estado o la ruptura del actual; y una tercera, a la que se presta menos atención: la recomposición de la derecha. En el juego político, social y económico de los Estados democráticos es un elemento sustancial el que pueda producirse una alternancia entre la derecha (o centro-derecha, si se prefiere) y la izquierda. Ahora bien, esa posibilidad, a juzgar por los datos de las encuestas, parece haberse roto en España para el futuro. Quiero decir que, salvo que se dé la sorpresa de que la derecha pueda sumar los suficientes escaños para gobernar tras las generales (y se ponga de acuerdo para ello), se producirá una profunda crisis en su conjunto, especialmente en el PP y Ciudadanos, menos, seguramente, en Vox, porque éstos registrarán como un éxito sus resultados, sean cuales sean, salvo que resultasen extremadamente alejados de las predicciones actuales. Por otro lado, la existencia de tres partidos del centro-derecha repartiéndose el voto en nuestro sistema electoral, con el sistema de proporcionalidad ligeramente reforzada y teniendo por circunscripción la provincia, tenderá a garantizar siempre el triunfo de la izquierda, siempre que no se produzca en ella una multiplicación de partidos sin la hegemonía de uno de ellos. Evidentemente, no es fácil prever cómo se originará esa recomposición de la derecha, porque, de una forma muy determinante, va a depender de con qué fuerza emerja cada uno de sus tres componentes tras las generales y las autonómicas. Lo que sí se puede afirmar es que el sistema no se estabilizará hasta que una de los tres se convierta en claramente hegemónico y al menos uno de los otros dos se convierta en prácticamente residual. Y eso, parece, llevará tiempo. Lo cual quiere decir que es muy posible que el triunfo del PSOE que todas las encuestas parecen pronosticar, sin alternativa factible a su derecha, y su subsiguiente capacidad de gobernar, significará que no sólo podrá estar al frente del Gobierno durante estos cuatro años, sino unos cuantos más.