A mi generación vasca le interesó mucho el marxismo y la cuestión nacional, y un libro fundamental era el de Stalin, que se llamaba así. Ahora hay otro casi del mismo título pero que añade tras la cuestión nacional, "española" (El Viejo Topo). Su autor, Santiago Armesilla, es un joven doctor en Economía y politólogo. Armesilla siempre ha sido un comunista ortodoxo, (como los que decían ser -antirrevisionistas ellos- del "partido de José Díaz", fundador del PCE), aunque bajo la férula del filósofo Gustavo Bueno, que creó escuela entre gente valiosa, capaces de sorprender hoy en día. Hacen defensa incondicional de España y la hispanidad, de una identidad compartida y solidaridad intercontinental. El libro principia con la hispanofobia y la leyenda negra. Posición que les garantiza la soledad, que conjuran con esfuerzo teórico, pero también la originalidad.

El ortodoxo Armesilla no se casa ni con Podemos, IU o PSOE, no ya por revisionistas, sino directamente liquidacionistas. Como el título de su libro sugiere, va directamente a las fuentes primigenias, y acota la cuestión nacional a lo establecido por Marx, Engels, Lenin, Stalin y Rosa Luxemburgo, pero también se refiere al Bund (liga sindical de judíos bálticos de la que provenía el líder menchevique Martov), a mi juicio poco, y a los austromarxistas, como Bauer y Adler que intentaron ligar nacionalismo étnico con marxismo, que fue objetivo y teorización de ETA in hilo tempore. Con aquellos funda un núcleo doctrinal puro, sin seguidores ni innovadores teóricos. Faltan los Althusser, Gramsci, Maozedong y tantos. Un buró político de mínimos.

La cuestión nacional en manos del marxismo queda ya absolutamente desfasada, parcial y dogmática, no pasa de epifenómeno mecánico de la lucha de clases y el internacionalismo proletario.

Se comprueba algo ya sabido, la nula significación del marxismo ante la cuestión nacional en la actualidad; ninguno de los teóricos del nacionalismo, que se mueven bajo otros parámetros, lo tiene en cuenta. Ninguno: Gellner, Hobsbawm, Kendourie, Anthony D Schmith, Malouf, Ignatieff, Anderson. Hay que citarlos a todos para mostrar el número y nivel de las aportaciones específicas en esa materia. Todos, incluido Hobsbawm que fue marxista (a su modo inglés), ofrecen realidad empírica, la cuestión nacional no es apéndice subordinado y lateral del materialismo histórico. Tiene sustantividad absoluta.

Se trata de un libro de historia básicamente, con cierto valor historiográfico pues es bastante exhaustivo con el objeto pretendido, acertada la prospección internacional y oportunas las imbricaciones religiosas. Hay abundante erudición. La parte dogmática flaquea: era un imposible.