El estadounidense Ryan Crouser, plusmarquista mundial, revalidó en Tokio su título olímpico de lanzamiento de peso con un tiro de 23,30 metros que puso colofón a la mejor final de la historia, con las tres medallas por encima de los 22 metros.

Como en Río 2016, Crouser relegó al segundo puesto a su compañero de equipo Joe Kovacs, que lanzó 22,65 metros, y el bronce fue para el australiano Tomas Walsh con 22,47.

La final de los Mundiales de Doha 2019 ya vivió otro duelo espectacular entre Crouser y Joe Kovacs, que terminó ganando éste último por un solo centímetro, con 22,91.

Desde entonces Crouser se ha adueñado de la disciplina hasta el punto de llevar, este mismo año, el récord del mundo hasta los 23,37 metros en los campeonatos estadounidenses de Eugene.

En los Juegos Olímpicos de Tokio volvían a enfrentarse, pero el equilibrio se había roto a favor de Crouser, que abrió concurso batiendo su propio récord olímpico con 22,83 (tenía 22,52 de Río). La réplica de Kovacs, con 22,19, casi condenaba ya a los demás a batirse por el bronce.

Pero los dos mejoraron. Crouser dejó su firma con los 23,30 de la despedida y Kovacs logró su mejor marca en la cuarta ronda, mientras que Walsh también se superó en el último.