No es nada extraño que Fran Garrigós ansíe tanto que llegue ese momento, puesto que su estado de forma antes de la cita olímpica es excepcional. Además, se presentará a Tokio en un año que considera que es el mejor de su carrera con un bronce mundial y un oro europeo: “Estas medallas ayudan bastante pero al final el objetivo son los Juegos que es para lo que hemos estado trabajando durante estos cinco años. Tokio es el objetivo final”, sentencia.

Garrigós no teme en absoluto competir en el país donde nació el judo y se ve con las mismas opciones: “Al final da igual el país donde se celebren los Juegos porque siempre van los mismos. Solo puede ir uno por país y siempre hay muchas opciones porque no siempre los favoritos ganan. Ellos también se ponen nerviosos y esto juega a favor de los demás”, analiza.

El campeón continental ha trabajado tanto el aspecto físico como el técnico y el psicológico después que en los Juegos de Río cayera a las primeras de cambio, pero “es físicamente donde mejor me veo, aunque he mejorado en todos los aspectos respecto a Río”.

Precisamente, haber participado ya en unos Juegos le ayudará a estar más tranquilo en Tokio: “He madurado bastante desde 2016 y estoy muchísimo mejor. En Río tenía 21 años, era muy joven y ahora me encuentro en un buen momento”.

A por la medalla de oro

Su talante de chico introvertido esconde una gran ambición cuando se pone el judogi y salta al tatami: “El objetivo real es ir a por el oro”, sentencia. Le preguntamos con qué se conformaría y el mostoleño no duda ni un segundo: “Con el oro. Mi sueño es ser campeón olímpico y en Río no tuve la oportunidad, ya que perdí el primer combate así que aún sigue muy latente este sueño de poder conseguir subir a lo más alto del podio olímpico, que al final es para lo que entreno cada día”.

Junto a Ana Pérez, su novia

La novia de Fran también es judoka y también es olímpica, así que compartirán ilusión en Tokio: “Poder compartir un sueño con tu pareja es algo inolvidable y esperemos que los dos podamos hacer un buen papel en Tokio”. 

Está convencido que estar juntos en Japón no les distraerá, porque “sabemos diferenciar perfectamente cuando vamos a competiciones de cuando nos vamos de viaje o de vacaciones. En una competición cada uno está pendiente de lo suyo. Evidentemente que si ella o yo necesitamos alguna cosa, ahí estamos, pero cada uno está centrado en su competición y en su día a día”. Ambos se retroalimentan: “Nos ayudamos al cien por cien y todo lo que podamos aportar el uno al otro nos viene bien”. De cumplirse sería un doble sueño.