Jack Bauer ha vuelto. En realidad, no es exactamente él, pero dado la serie en la que lo ha hecho lo que importa siempre es lo que parezca, no lo que sea cierto. Es Kiefer Sutherland el que lo ha hecho, en una nueva serie en la que es imposible separar al actor del papel por el que le recuerdan los seguidores de 24, aunque aquí pegue menos mamporros. Ahora regresa a la televisión con 'Rabbit Hole', un adictivo thriller conspiranoico que en España puede verse en la plataforma SkyShowtime en el que encarna a John Weir, un especialista que se mueve en los entornos del espionaje industrial de las grandes corporaciones informáticas. Su personaje se ve acusado de un crimen que no ha cometido, tras aceptar uno de esos trabajos que parecía que iban a ser una mera rutina y en el que ni siquiera tendría que despeinarse.

Se podría decir que Kiefer Sutherland es el protagonista absoluto de esta serie, que lo apuesta todo a su carisma y a los imprevisibles giros de guion que convierten cada episodio en una especie de montaña rusa palomitera. Sutherland es una de esas estrellas procedentes de la gran pantalla que supieron apostar por las series de televisión al inicio de su edad dorada, a pesar de que en el mundillo de Hollywood todavía era un género algo denostado. Durante los 90 era habitual verle en papeles de villano. 'Jóvenes Ocultos', 'Última llamada', 'Algunos hombres buenos' fueron algunas de esas películas en las que pudimos aprender a odiarle. Puede que eso de hacer de malo lo heredara de su padre, Donald Sutherland, quien a sus 87 años parece vivir una segunda juventud como secundario en multitud de miniseries y producciones televisivas. En la década siguiente, aprendimos a ver a Kiefer como héroe de acción a lo largo de las 9 temporadas de '24' en la Fox. Jack Bauer se convirtió en un icono en eso de desmantelar conspiraciones terroristas. Tras la fallida 'Touch', el actor volvió a las conspiraciones políticas en 'Sucesor designado'. Y mientras la Fox lleva años planteándose si nos trae de vuelta o no a Jack Bauer, Sutherland regresa al mundo de las conspiranoias en las que se mueve como pez en el agua.

Acompañan a Sutherland en el reparto Charles Dance, un veterano al que muchos recordarán sobre todo por hacer encarnado el papel del patriarca de los Lannister en 'Juego de Tronos', del que mejor no decir nada para no desvelar pistas sobre su identidad; y Meta Golding, actriz que procede de la saga 'Los Juegos del Hambre' y que aquí es la chica con la que el protagonista liga la noche antes de que todo se desmorone. Ambos personajes son el principal apoyo de Weir, aunque éste no tenga claro si quiera si puede confiar o no en ellos. Al fin y al cabo, desde el primer episodio nos dejan claro que nada es lo que parece.

Nos decían en 'Expediente X' que la verdad estaba ahí fuera y es algo en lo que muchos seriéfilos hemos creído a pies juntillas. Con el tiempo hemos aprendido que ahí fuera no está donde pensábamos o que la verdad puede ser algo relativa. Y es que en 'Rabbit Hole' no podemos confiar en nadie y nada es lo que parece. Ni siquiera lo que creíamos haber visto dos episodios atrás. Da igual cuál sea la verdad. Lo que importa es que en esos instantes de duda desde que aparece el primer montaje puede haber millones de dólares cambiando de manos. Y así todo es una complicada telaraña de fake news y postverdades ante la que cobra un nuevo sentido aquella máxima socrática de "Sólo sé que no sé nada".

El título de la serie alude a la madriguera del conejo que buscaba Alicia en ese país de maravillas imaginado por Lewis Carroll. Asistimos a una intrincada partida de ajedrez en la que ganará el que mejor haya sabido tejer su red de mentiras para ir un paso por delante de su enemigo. Ganará el que engañe el último y la duda está siempre en quién se la ha colado a quién. En 'Rabbit Hole' tenemos que cuestionarnos todo lo que vemos de manera que algunos de sus giros los podremos ver venir y otros, no tanto. Así que para aquellos que se quieran evitar los spoilers, cuanto menos sepan de la trama mejor. La serie lleva a otro nivel eso de cuando el narrador miente. Y así, esas asombrosas piruetas argumentales nos llevan a los momentos estelares de 'El Golpe' o de 'Ocean's Eleven' cuando cae el telón y el gran timo se desvela. Al fin y al cabo, poco importa que nos digan a la cara "te hemos engañado" porque a eso habíamos venido.

La primera temporada ha contado con un final más o menos cerrado, con algún que otro cabo suelto. Ahora es tiempo para que los ejecutivos de la Paramount hagan sus calculos y decidan si le dan o no una segunda temporada con la que echarse otra partidita al juego de las mentiras.