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Tú y yo somos tres

La crítica de Monegal | La bandera, la trampa, y el macaco gibraltareño

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Despido de temporada y a la vez celebración del programa 2.500 de ‘El hormiguero’. Dieciséis años seguidos les contemplan. Este programa que inventaron y dirigen Pablo Motos y Jorge Salvador es uno de los pilares sobre el que se asienta el éxito de audiencia de Antena 3 TV, que también se ha anotado junio, con lo cual el imperio rival, Tele5-Mediaset, de los últimos once meses ha perdido diez. Es para tomar nota.

En esa noche de celebración hormiguera montó Pablo Motos una parada muy hermosa: convocó a todos los hij@s de empleados del programa que han nacido durante estos 16 años en antena. Y en el plató aparecieron exactamente 36 criaturas, más la redactora jefa del área de ciencia, Almudena, que está de ocho meses y medio. ¡Ah! Se consiguió una estampa, llena de niños y niñas, preciosa. Da sentido y resalta el gran mérito de ‘El hormiguero’: han logrado situar en horario nocturno un programa infantil, un ‘kindergarden’ brillante y espumoso. Aunque hay que señalar que la edición más vista de esta temporada fue la noche que les visitó Isabel Díaz-Ayuso, la presidenta de Madrid, cosa que añade al componente infantil otra virtud del programa: los masajes a políticos de la derecha es otro signo de identidad que les sale estupendo.

Hubo otro momento resaltable en esta celebración. Fue cuando recordaron aquel viaje a Gibraltar, aquel día que mandaron al reportero Wolfgang Maier a que entrevistase a los macacos gibraltareños, para preguntarles si querían ser ingleses, o querían ser españoles. Lo recuerdo perfectamente. Fue un trabajo muy pintoresco. Ocurrió a primeros de septiembre de 2013. Aquí se lo conté. Efectivamente, el reportero se aproximó a un mico gibraltareño y le presentó dos banderas: la inglesa y la española. Y el macaco no se lo pensó dos veces: agarró inmediatamente la española, y la cubrió de besos. La gracia de ahora, nueve años después, es que nos han contado la verdad, la trampa que hicieron. La bandera española estaba impregnada con miel, y el mico, como es natural, fue inmediatamente hacia ella. ¡Ahh! No es que la cubriera de besos, es que la lamía con mucha delectación.

Dos moralejas. Una: no te fíes nunca de la tele, es tramposa. Dos: ante varias banderas -telas pintadas de colores- siempre tiene más éxito aquella que ha sido untada previamente con alguna dulce ilusión.

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