Parece que el momento de más éxito en redes y ‘mass media’ del viaje que ha realizado Jordi Évole con Maruja Torres por Roma (La Sexta) ha sido cuando él le ha preguntado: «¿Crees que en otra época, pero en esta misma situación, tú y yo habríamos follado?». Y pincharon entonces la versión de Nat King Cole de aquella inmortal melodía cubana, ‘Quizás, quizás, quizás’.
¡Ah! Creo que Évole ha lanzado esa pregunta calculando perfectamente que iba a excitar mucho. A mi particularmente lo que pudo haber sido y no fue me interesa poquito. Creo que lo mejor de este viaje ha sido cuando Maruja nos ha contado lo que es para ella tener 80 años de edad, y cómo lo vive.
«Eres tan joven en tu vejez como joven fuiste en tu juventud. Porque cuando llegas a la vejez todo sucede también por primera vez». ¡Ah! Eso es Heráclito de Éfeso en estado puro. Decía este presocrático del siglo VI a. C. que nadie puede bañarse dos veces en el mismo río. Es decir, todo cambia constantemente, las aguas del río siempre son distintas. Por lo tanto cada instante de la vida es nuevo, tengas 20 años u 80; y si todo es nuevo, todo es juventud, incluso la decrepitud.
A mí me ha gustado el momento en que Jordi y Maruja se han hecho un selfie frente al Panteón de Marco Agrippa. Sabe mucho de cine, Maruja. Seguramente eligió ese lugar porque recuerda aquella película de Mankiewicz, ‘Cleopatra’, en donde Agrippa (Andrew Keir) aplasta a Marco Antonio (Richard Burton) en la batalla de Accio. Pocos meses después de aquella derrota, Cleopatra (Elizabeth Taylor) y Marco Antonio no les queda otra que hacer un mutis y suicidarse. Decía Maruja que a ella le gustaría morir de golpe, de manera fulminante, mirando el mar, en algún lugar hermoso en que haya vivido.
La última vez que ví a Maruja fue hace 14 años, el 3 de febrero de 2009. Vino al ‘Telemonegal’ (BTV). Estoy convencido que en los próximos 14 que nos quedan, como mínimo, volveremos a encontrarnos en ‘heraclitiana’ juventud. La muerte es un futurible. Tendemos a pensar que es algo remoto y lejanísimo.
Maruja tuvo el acierto y la valentía de recordar y reivindicar a Juantxu Rodríguez, su compañero fotógrafo, muerto en 1989 mientras cubrían la invasión de Panamá. Le disparó un soldado estadounidense.Tenía 32 años. A Maruja se le inundan los ojos todavía.
