El rojo chillón de los tajinastes y el amarillo eléctrico de las hierbas pajoneras iluminan esta primavera el Parque Nacional del Teide en un verdadero espectáculo natural, más intenso este año después de las nevadas del invierno, que atrae a miles de visitantes y en especial a cientos de aficionados a la fotografía

 

La mayor parte de las flores pertenecen a especies exclusivas de este espacio único en el mundo, entre las que llama la atención el tajinaste. El Echium wildpretii, con sus flores rojo-púrpura brotando en gigantescas inflorescencias piramidales que pueden sobrepasar los dos metros de altura, inunda los canchales y derrubios pedregosos donde suele vivir, aportando la sangre de la vida a los impresionantes paisajes volcánicos que lo rodean. Centenares de estos individuos decoran el lienzo del Parque Nacional y resaltan en el arco iris cromático formado por las otras muchas especies presentes, tales como los blancos y rosados de la retama del Teide, el amarillo de la hierba pajonera, los blancos y morados del alhelí del Teide o el amarillo de la flor del malpaís.

 

Los mejores lugares para encontrar los tajinastes son los miradores del Tabonal Negro, los Azulejos o del Llano de Ucanca. Contemplar o retratar una población de tajinastes en flor, en ocasiones con más de 100 individuos y a la luz de una puesta de sol en el Teide, puede convertirse en una de esas experiencias únicas que todos guardamos como pequeños tesoros.