Agulo es el municipio más pequeño de la isla de La Gomera. Una pequeña cuña de tierra encajonada entre Hermigua y Vallehermoso. Pero no tiene complejos esta parte del norte de la colombina.

Es más, puede presumir de atesorar un buen puñado de atractivos que lo convierte en uno de los puntos de obligada visita para todos los que se acercan a esta isla encantada. Dicen los propios habitantes de Agulo que su pequeño pueblo es el mejor balcón con vista al mar de Canarias.

Y quizás no se equivoquen. Uno de esos días claros de invierno les da la razón. Sobre los tejados rojos a dos y cuatro aguas se extiende un Atlántico azul que rompe su dimensión horizontal cuando la mole del Teide, allá en la vecina Tenerife, pica hacia arriba recordándonos que lo vertical también existe. Pero bastaría con mirar atrás para ver los verdes farallones que separan el pueblo de las alturas del Garajonay.

Buenas vistas hacia adelante y buenas vistas hacia atrás. El mejor balcón para ver el Atlántico y uno de los mejores entresuelos para darse cuenta de la grandeza del parque nacional que culmina la coronilla de esta isla pequeña en tamaño y grande en sensaciones. La Gomera, al fin y al cabo. Basta con decir esto; todo lo demás que pueda escribirse o contarse, sobra. Pero aún quedan cosas por decir.

Una de las señas de identidad inequívoca de este pueblecito encantador es su sabor añejo. Agulo ha sabido conservar casi intacto un casco urbano que atesora todas las trazas de los primeros pueblos que se construyeron en Canarias. Calles estrechas y empedradas forman una trama de indudable encanto que se amolda a las exigencias del cerrillo en el que el pueblo se asienta.

Tiene pedigrí este Agulo nuestro, aunque no es, ni mucho menos, la población más antigua de la isla. Cuentan los papeles que la fundación de la villa data de septiembre de 1607 para dar respuesta a las estrecheces y necesidades de una población en crecimiento. Se creó Agulo para dar tierras a vecinos que garantizaran el poblamiento de esta parte de la geografía gomera.

Así que, en comparación con otras poblaciones, es joven el pueblo, pero con una pátina de esa antigüedad digna que convierte a las ciudades en algo bonito. Hay que pasear por las callejuelas y dejarse llevar por el ambiente. Quizás desentone algo la traza neogótica de la iglesia de San Marcos.

Este templo de principios del siglo XX sustituyó a la antigua ermita del XVII. Es un edificio ecléctico. Sus cupulillas blancas de inspiración morisca contrastan con los ventanales ojivales que rinden homenaje al último gran estilo arquitectónico del medievo europeo. Si tienes tiempo, baja hasta Lepe, el pequeño enclave costero de la población. Playas de callaos y piscinas de agua de mar son la carta de presentación de una costa abrupta pero hermosa.

El otro fuerte del municipio queda a espaldas del casco. Aunque pequeño, Agulo es un enclave de contrastes. Una buena forma de ver los escasos 27 kilómetros cuadrados del término municipal es subir hasta el Mirador de Abrante desde el que, además, puede disfrutarse de una de las mejores vistas de la isla sobre Tenerife.

Otro punto caliente es el acceso hacia el Parque Nacional del Garajonay. Desde Agulo, la carretera serpentea barranco arriba y se interna en los límites de la laurisilva, un bosque mítico que antaño cubrió toda la cuenca del Mediterráneo y que hoy tiene como último refugio los montes de Canarias, Madeira y Azores.

Aún en Agulo, algunos kilómetros antes de entrar de lleno en el propio parque, se encuentra el Centro de Visitantes del Juego de Bolas, un pequeño museo en el que, a través de cuidadas maquetas, paneles informativos y audiovisuales, podemos descubrir todos los secretos de este Garajonay mágico. Y de ahí hacia arriba, para perdernos en ese mar de verdes y nieblas que corona la isla de La Gomera.

CÓMO LLEGAR 

Lo más normal es acceder a Agulo desde San Sebastián de La Gomera. Desde la capital de la Isla hay que tomar la TG-711 en dirección Hermigua y Vallehermoso. Una vez en Agulo es posible acceder directamente al Garajonay a través de la carretera que lleva al centro de interpretación.