La Penúltima y nos vamos

Descubriendo La Gomera a través de su gastronomía

Una ruta por los sabores de la isla colombina para conocer su cultura, su paisaje y su identidad desde el paladar

Bollos gomeros.

Bollos gomeros. / E.D.

Paula Vera

Paula Vera

Santa Cruz de Tenerife

En La Gomera, cada bocado es una evocación del pasado y cada sorbo, una afirmación de identidad. Esta isla redonda y escarpada, donde los barrancos parecen dibujados a pulso y la vegetación se aferra al suelo como quien guarda un secreto, es también una tierra que se narra a través del paladar. Más allá de sus senderos y paisajes, La Gomera se comprende alrededor de la mesa, a través de sus platos típicos y sus productos tradicionales. La ruta gastronómica que planteamos en este artículo es una invitación a recorrer la isla desde los sentidos, a saborearla con cada paso y en cada plato. 

Una isla con identidad propia

Con apenas 370 km² de superficie, La Gomera alberga una diversidad paisajística y cultural impresionante. Sus abruptos barrancos, sus bosques milenarios y sus valles cultivados conforman un entorno donde la historia se entreteje con la naturaleza. La presencia del Parque Nacional de Garajonay, Patrimonio Mundial de la UNESCO desde 1986 y Reserva de la Biosfera desde 2012, atestigua la riqueza ecológica de esta isla, mientras que municipios como San Sebastián, Hermigua, Vallehermoso o Agulo nos hablan de su pasado aborigen, colonial y agrario.

Bancales de La Gomera.

Bancales de La Gomera. / E.D.

En este contexto geográfico y cultural tan singular, la cocina gomera emerge como una expresión esencial de su identidad. No se trata solo de lo que se come, sino de cómo, cuándo y de dónde viene. Cada producto típico y cada receta heredada permiten trazar un mapa sensorial de la isla: un viaje donde el gusto guía el camino y donde cada parada es una oportunidad para descubrir lo auténtico.

La despensa como reflejo del territorio

En La Gomera, los sabores se transmiten como historias heredadas. Los productos típicos de la isla son una pieza fundamental del relato de un territorio que ha sabido resistir con ingenio, preservar su identidad y celebrar lo cotidiano a través de la mesa. Más allá de su valor nutricional, estos sabores son testimonio vivo de una cultura que se ha cocinado a fuego lento desde hace siglos.

Uno de los grandes símbolos de la isla es la miel de palma, elaborada a partir del guarapo —la savia fresca que se extrae de la palmera canaria (Phoenix canariensis)— mediante un proceso completamente artesanal que se ha mantenido intacto durante generaciones. El resultado es un sirope espeso y oscuro, de sabor dulce y notas ligeramente tostadas, presente tanto en el recetario tradicional como en la coctelería contemporánea y la alta cocina. A partir de este producto nace el gomerón, una bebida representativa de la isla que combina aguardiente de parra con guarapo. Dulce y fuerte al mismo tiempo, se sirve como digestivo o aperitivo y es habitual en cualquier celebración tradicional.

Almogrote gomero.

Almogrote gomero. / E.D.

También es inevitable pensar en La Gomera y no recordar el almogrote, una de las elaboraciones más emblemáticas del recetario canario. Este untable intenso y sabroso surge de la necesidad de aprovechar el queso que ya estaba demasiado duro para comer solo. Así, lo que empezó como una solución casera se convirtió en un referente de la cocina de aprovechamiento que tanto define al Archipiélago.

La tradición repostera de la isla también conserva su lugar en la memoria colectiva. Dulces como las galletas burras, los bollos o los rosquetes de manteca siguen elaborándose en panaderías familiares con décadas de historia. Cada uno de estos bocados representa una forma de entender el tiempo, el esmero y el valor de lo hecho a mano. Obradores como Mimila en Playa Santiago, La Rama en San Sebastián o Ibo-Alfaro Carmita en Hermigua mantienen vivas las recetas más tradicionales. 

Galletas gomeras.

Galletas gomeras. / E.D.

El gofio, inseparable de la dieta insular, conserva un lugar central como alimento y como emblema. En La Gomera, la molienda artesanal aún pervive en molinos como el de Imendi o Gofio Gomero, reconocidos por la calidad de sus mezclas. De desayuno o de cena, como escaldón o como postre, el gofio es versátil, humilde y parte inseparable de nuestra cultura.

Galletas gomeras.

Galletas gomeras. / E.D.

Y junto a él, los quesos gomeros: frescos, curados o semicurados; elaborados a partir de leche de cabra o de mezcla. Su textura y su sabor revelan origen y saber. No es un mero acompañamiento, sino un ingrediente central del recetario de la isla, protagonista de platos como la torta de cuajada o el propio almogrote.

Viticultura heroica: tradición y paisaje

Otro protagonista de esta despensa insular es el vino, verdadero reflejo y testigo del paisaje y la historia de La Gomera. En la isla, los viñedos se ubican en terrazas excavadas en laderas escarpadas, conocidas como bancales, donde cada vid es legado del esfuerzo y la tradición de generaciones que supieron adaptarse a un terreno exigente y singular.

Entre las variedades cultivadas, destaca la Forastera Gomera —originalmente llamada Forastera Blanca y también conocida en La Palma como Albillo Forastero—, que cubre la mayor parte de los viñedos de la isla. Esta uva blanca autóctona da lugar a vinos jóvenes de perfil floral, frescos y equilibrados, que se elaboran tanto en monovarietales como en ensamblajes con otras variedades canarias.

Viña en La Gomera.

Viña en La Gomera. / E.D.

Este sistema de cultivo, declarado “heroico” por el CERVIM (Centro de Investigación, Estudio, Salvaguarda, Coordinación y Valorización de la Viticultura de Montaña), no solo garantiza la calidad del vino, sino que conserva un paisaje cultural único que transmite identidad, tradición y respeto al entorno.

Una ruta para saborear la isla

Explorar la isla es también sentarse a la mesa. En cada municipio, la cocina local se convierte en una extensión del paisaje, una oportunidad para degustar la identidad gomera desde la hospitalidad de sus fogones.

Restaurante Camping La Vista

En pleno Parque Nacional de Garajonay, este restaurante es un pequeño tesoro en El Cedro. Con vistas al monte y un ambiente acogedor, ofrece platos que saben a hogar: potaje de berros, garbanzas, carne fiesta, pescados a la plancha o mousse de gofio. El vino, servido a granel o en botella, procede de viticultores locales. Comer aquí es vivir una experiencia que combina paisaje, tradición y sabor.

Restaurante Casa Efigenia

En el caserío de Las Hayas, junto al Parque Nacional de Garajonay, Casa Efigenia es toda una institución en la isla. Este restaurante rinde homenaje a la cocina de la tierra, al producto de la huerta y a la sabiduría popular. Doña Efigenia Borges, con más de medio siglo de experiencia, ofrece escaldones, mojos, potajes y pucheros vegetales. Sin carta ni prisas, aquí se disfruta del fuego lento y las cocciones largas. 

Restaurante Casa Conchita

Situado en el entorno rural de Arure, a solo cinco minutos del Alto del Garajonay, Casa Conchita es una parada frecuente para senderistas y visitantes. Con ambiente rústico y acogedor, ofrece platos tradicionales como escaldón, potaje de berros, papas arrugadas y carne de cabra. Sus postres caseros, muchos elaborados con miel de palma, cierran con brillantez una experiencia gastronómica auténtica y ligada al paisaje.

Restaurante Las Chácaras

Autenticidad y carácter definen a este establecimiento familiar ubicado en Hermigua. Con productos locales y recetas tradicionales, su carta incluye almogrote, potaje de berros, garbanzas, pulpo, carne de cabra y postres caseros como el quesillo o la leche asada. Su terraza ofrece vistas a las montañas y su relación calidad-precio lo convierte en una parada apreciada por los visitantes.

Restaurante Roque Blanco

Situado cerca del embalse de Las Rosas en Agulo, este restaurante combina entorno privilegiado y buena cocina. Chicharrones con gofio, potaje de berros, solomillo a la plancha o garbanzas forman parte de una carta que también brilla por sus postres caseros y por el café local. El vino de la casa acompaña una comida generosa y honesta, como lo es esta isla: auténtica, acogedora y llena de sabores que invitan a volver.

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