Gastronomía

Atrevino, Nautilus o Piedra Fluida: Atrevino, Nautilus o Piedra Fluida: vinos con acento canario se citan con la Guía Peñín

Una treintena de bodegas canarias y peninsulares presentan sus vinos en el III Salón Selección de la Guía Peñín, un encuentro en el Hotel Santa Catalina dirigido a distribuidores, tiendas especializadas o restauradores

III Salón Selección de la Guía Peñín en Las Palmas de Gran Canaria

Martina Andrés

M. A. G.

Las Palmas de Gran Canaria

Una copa se inclina, se huele, se agita, se prueba. Mientras tanto, algunas manos anotan sabores, matices, texturas. El histórico Hotel Santa Catalina de Las Palmas de Gran Canaria se ha convertido hoy en un hervidero de sumilleres, distribuidores y profesionales del vino que buscan en cada trago una promesa de negocio. La Guía Peñín celebra la tercera edición del encuentro Salón Selección en la capital grancanaria, un evento que ya se ha consolidado como una cita clave para la promoción y el conocimiento del vino español.

Organizado por el equipo de esta guía, referente absoluto en la cata y valoración de vino en España, con más de 10.000 referencias catadas anualmente, el salón del mencionado hotel capitalino ha reunido a bodegas tanto peninsulares como canarias, con el objetivo de acercar producto y productores al sector profesional: tiendas especializadas, distribuidores, responsables de restauración o instituciones del ámbito gastronómico.

«El evento no está pensado para aficionados, sino para gente con capacidad de compra», explica Mar Mirón, directora de comunicación y eventos de Peñín. «Nosotros generamos ese punto de encuentro para que el profesional descubra, cate y haga negocio directamente con las bodegas». En Canarias, dice, el evento ha funcionado siempre «muy bien»: «La restauración acude en masa, y se nota una gran receptividad».

Vinos con identidad insular

Entre las bodegas presentes, varias firmas canarias reclaman su espacio con proyectos que unen identidad, innovación y, en algunos casos, muchas horas de trabajo familiar.

Es el caso de Atrevino -nombre que hace un homenaje al atrevimiento-, una pequeña bodega tinerfeña que hasta 2020 vendía todo su vino a granel, a distintos guachinches de la isla. Hoy, presumen de haber dado un salto al embotellado: «Producimos únicamente con viñedo propio, en una finca de cinco hectáreas entre La Matanza y El Sauzal, a 700 metros de altitud», explica Eugenio Alonso, enólogo y uno de los impulsores de esta marca. «Somos una bodega familiar y pequeña», añade, haciendo alusión al cuidado que ponen en cada uno de sus productos.

La cita, dedicada exclusivamente a profesionales del sector, sirve de escaparate para pequeños productores que buscan abrir mercado más allá de su lugar de origen

«El consumo está cayendo, sobre todo en tintos, y cuesta competir con precios como los de Ramón Bilbao u otros vinos que llegan a Canarias a tres o cuatro euros», lamenta. «Solo el coste del embotellado ya roza los dos euros. No podemos bajar más», añade Alonso. Todavía sin venta online y sin distribución consolidada en Gran Canaria, el objetivo de su presencia en este salón al que acuden por primera vez está claro: abrir nuevas vías comerciales en la Isla y darse a conocer.

Más consolidada está la Bodega Piedra Fluida, también tinerfeña, cuyas botellas destacan por tener una etiqueta personalizada con algún cuadro del artista alemán Richard Fuchs, botellas como la de Magec, que recuerda los incendios del verano de 2023 en Tenerife. «El cuadro tiene que transmitir y representar al vino», explica Sofía Monshouwer, directora de la bodega.

Botellas de Bodega Piedra Fluida.

Botellas de Bodega Piedra Fluida. / José Pérez Curbelo

El viñedo más alto de Europa

La bodega nació en 2018 y al principio solo vendía vinos en su propio restaurante. «Luego fuimos comprando más y más viñedos. Ahora tenemos 37 hectáreas de viñedos propios. Y siempre intentamos que sean viejos, que pertenezcan a familias, en las que a lo mejor ha fallecido el abuelo o el padre, que no quiere continuar con el trabajo. Entonces nosotros las compramos y les damos una segunda vida. Solemos invertir entre uno o dos años hasta que la viña vuelve a recuperar un poco de fuerza y a dar esa uva de calidad», indica Monshouwer.

Su apuesta por la singularidad va más allá del discurso: trabajan parcelas en el norte y el sur de Tenerife —incluido el viñedo más alto de Europa, a 1.687 metros de altitud, llamado Frontones— y, además, emplean la técnica del arado tradicional en sus viñedos en pendientes casi verticales y casi inaccesibles.

Por otro lado, la marca conejera Nautilus sorprende con el diseño de su botella y con un método de maduración submarina. «Usamos malvasía volcánica, típica de Lanzarote, y la sumergimos durante seis meses a 40 metros de profundidad», explica su fundador, Jacobo Gil. Así consiguen diferenciar un producto que lleva ya alrededor de tres años en el mercado.

Botellas de vino de Nautilus.

Botellas de vino de Nautilus. / José Pérez Curbelo

Según Mirón, las bodegas canarias tienen «mucha calidad y cada vez están mejor valoradas por Peñín», pero enfrentan limitaciones estructurales: producciones pequeñas, costes altos y poca presencia fuera del Archipiélago. Pero iniciativas como GMR Canarias (empresa pública dependiente de la Consejería de Agricultura, Ganadería, Pesca y Soberanía Alimentaria del Gobierno de Canarias), que ayuda a promover la exportación, están empezando a cambiar el panorama. 

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