Ensayo de un camarero

Los cinco gestos que detestan los camareros en los restaurantes

Todos los que trabajamos de cara al público sufrimos a veces las incomodidades de aquellos clientes que cuando acuden a nuestros restaurantes

Un cliente discute con un camarero en un restaurante.

Un cliente discute con un camarero en un restaurante. / E.D.

José Miguel Sánchez

José Miguel Sánchez

Santa Cruz de Tenerife

Quizás sea para ayudar, o sin darse cuenta llevan a cabo actos que realmente nos sacan de quicio, o simplemente nos parecen una falta de educación hacia nuestra labor. Aquí les traigo una lista de cinco gestos evitables a tener en cuenta en un restaurante.

  1. En el número uno, y estoy seguro que es de lo que más puede molestar en una sala, es cuando los clientes entran al restaurante y se sientan directamente en una mesa sin preguntar. Y ya no es solo que no pregunten, sino que muchas veces hasta “se olvidan de saludar”. Da igual si esta vacío o lleno, en la medida de lo posible, cuando acudas a un restaurante nunca está de mas preguntar antes de tomar asiento.
  2. Nunca fallan aquellos comensales que simplemente llegan al restaurante y como si estuvieran en su casa empiezan a moverte las mesas y las sillas de la terraza para acomodarse. Tú que habías dedicado tiempo y esfuerzo en colocar todo ese mobiliario, de repente en un minuto todo se ha convertido en caos.
  3. Todos los camareros hemos sufrido aquella reserva que pasó de ser un grupo de seis personas y se presentan en el restaurante con un grupo de ocho o nueve comensales, porque como dice el refrán “donde cabe uno caben dos”. Lo que pasa es que esto no es aplicable en todos los casos, y mucho menos en un restaurante en el que seguramente haya un aforo limitado. Aunque es peor cuando en vez de ocho pasan a ser cuatro y no se llama previamente para avisar al restaurante.
  4. Aunque en la mayoría de casos los comensales lo hacen con buena intención, por favor, no nos apilen los platos con los cubiertos unos encima de otros como una torre de Pisa a punto de derrumbarse. Lejos de hacernos un favor, este gesto nos dificulta el trabajo y casi siempre nos pone en un apuro.
  5. Y, por último lugar, y no por ello menos importante, cuando hayan terminado y estén listos para abandonar el restaurante no olviden dejar las sillas colocadas y en la medida de lo posible no dejar las servilletas usadas y toallitas esparcidas por la mesa, denota falta de educación y empatía con el servicio.
Tracking Pixel Contents