El Enófilo

Lo que pasa en Innoble… se cuenta con una copa de vino en la mano

Sanlúcar de Barrameda siempre ha sido un refugio para los sentidos, pero durante los días 17 y 18 de mayo, fue mucho más que eso: se convirtió en el epicentro de una revolución del vino libre, descarada y deliciosa

Cartel de Innoble Wine Fest 2025

Cartel de Innoble Wine Fest 2025 / Mulchand Chanrai

Mulchand Chanrai

Mulchand Chanrai

Sanlúcar de Barrameda

En Las Caballerizas de Montpensier, un recinto con historia y alma, se celebró una nueva edición de Innoble Wine Fest, el festival bienal que nació para reventar clichés y que hoy se ha consolidado como una cita imprescindible para quienes aman el vino sin solemnidad.

Detrás de la irreverencia controlada y la impecable puesta en escena están dos nombres clave: Rayco Fernández y Armando Guerra, los cerebros y corazones de este festival que ya es referencia dentro y fuera de España. Su complicidad, su conocimiento profundo del vino y, sobre todo, su visión sin miedo a romper las reglas han dado forma a un encuentro que va mucho más allá de lo enológico. Ambos han sabido tejer una comunidad, tender puentes entre tradición y vanguardia y hacer del vino no solo un producto cultural, sino también un acto colectivo de celebración y libertad. Sin ellos, Innoble no existiría como lo conocemos: un espacio donde el vino piensa, ríe y baila.

Rayco Fernandez y Armando Guerra, creadores de Innoble.

Rayco Fernandez y Armando Guerra, creadores de Innoble. / E.D.

Una experiencia para beber, compartir y recordar

Desde el momento en que se cruza el umbral de las Caballerizas, algo se activa. El aire huele a vino, a ideas en fermentación, a curiosidad desatada. El ambiente es puro fluir: más de 60 bodegas presentando sus vinos con desenfado, música en vivo y un público entregado al descubrimiento y al disfrute.

La consigna del festival era clara: “trae un magnum épico, que se hable de ti en años”, y se cumplió con creces. Circulaban botellas clásicas, insólitas, gamberras y brillantes. Aquí todo el mundo compartía: desde rarezas chilenas hasta ancestrales andaluces, pasando por espumosos salvajes o joyas oxidadas con historia. Porque en Innoble, el vino se quita el traje y se pone a bailar.

Un espacio de vino libre y sin filtros

El corazón del festival estaba en ese gran espacio compartido donde las bodegas ofrecían sus vinos sin solemnidad y las conversaciones brotaban con naturalidad. Más de 60 proyectos vinícolas mostraron sus etiquetas a un público curioso, diverso y abierto al asombro. Desde propuestas radicalmente naturales hasta clásicos reinventados, pasando por rarezas extremas y creaciones imposibles de clasificar.

Bodegas The Wine Bang y San Cobate presentes en el evento.

Bodegas The Wine Bang y San Cobate presentes en el evento. / Mulchand Chanrai

El ambiente fue siempre acogedor, lejos de la rigidez de las ferias profesionales. Aquí se probaba con alegría, se aprendía sin pretensiones y se brindaba con desconocidos que, copa en mano, se volvían cómplices. Productores jóvenes, nombres consagrados y etiquetas de culto convivieron en armonía, dando vida a una muestra que era, sobre todo, una fiesta de encuentros.

Catas de talla mundial

Entre las muchas joyas del programa, hubo dos experiencias que marcaron mi vivencia personal. La primera fue la cata Sudamérica por Luis Gutiérrez, crítico para The Wine Advocate y una de las voces más respetadas del panorama internacional. Bajo el sugerente título de Vinos de más de 100 (millas), nos propuso un viaje por los terruños extremos de Chile y Argentina.

Allí descubrimos vinos nacidos en paisajes imposibles: desde los valles de Itata con su elegancia atlántica, hasta la altitud desafiante del Valle de Uco. Gutiérrez nos habló no solo de uvas y suelos, sino de personas, historias y resiliencia. Probamos vinos con alma, nacidos en regiones remotas, elaborados por viticultores que arriesgan todo por una expresión auténtica. 

Vinos de la cata con Luis Gutiérrez.

Vinos de la cata con Luis Gutiérrez. / Mulchand Chanrai

La segunda parada obligada fue Niepoortugal. Un viaje con Dirk. El mítico productor luso, alma inquieta y provocadora, nos condujo por una travesía que fue mucho más que una cata. Fue un manifiesto sobre el vino como arte en movimiento.

Niepoort, siempre entre la tradición y la vanguardia, nos regaló copas de Douro, de Bairrada, de Dão… y de su propio genio. Vinhos tintos con filo y tensión, blancos texturizados con alma salina y, cómo no, una joya final de 1863. Pero más allá del líquido, Dirk nos contagió con su manera de pensar: un respeto profundo por el viñedo, una necesidad constante de cuestionarlo todo y una ironía deliciosa que hace del vino algo divertido e impredecible.

Vinos de la cata con Dirk Niepoort.

Vinos de la cata con Dirk Niepoort. / Mulchand Chanrai

Este evento es más que un festival: es una actitud colectiva frente al vino y la vida. Reivindica la libertad de probar sin prejuicios, de compartir sin jerarquías, de beber con la cabeza pero también con el corazón. En un mundo enológico a veces demasiado serio, aquí el vino se desmelena, se pone unas gafas de sol y sale a vivir.

Este año lo viví intensamente. Y me llevo no solo catas memorables, sino también encuentros inesperados, descubrimientos deliciosos y la sensación de haber sido parte de algo que no se puede replicar. Lo que pasa en Innoble... te cambia. Y lo sabes en cuanto brindas con la primera copa. ¡Salud!

Recuerda que si quieres compartir conmigo tus proyectos, bodegas o vinos siempre puedes escribirme a mulchandchanrai@gmail.com o a través de @thefoodtagram.

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