Ensayo de un camarero

Una revolución de conceptos para salvar a los negocios gastronómicos

La restauración esta viviendo momentos convulsos desde hace unos años

Dinero en efectivo tras pagar la cuenta en el restaurante.

Dinero en efectivo tras pagar la cuenta en el restaurante. / E.D.

José Miguel Sánchez

José Miguel Sánchez

Santa Cruz de Tenerife

Quizá se han abierto muchos negocios dedicados a la gastronomía demasiado rápido, bien por modas o también porque en la coyuntura algunos vieron un nicho de mercado próspero. Sin embargo, la realidad es que hay muchos factores que están obligando a cerrar muchos de estos quiero y no puedo.

En mi opinión, y si miramos a otra tipología de negocios, vemos que las técnicas utilizadas para atraer clientes funcionan y éstas no son aplicadas en la restauración. Puede que sea porque nos resistimos a evolucionar en ese sentido, o a lo mejor por el rechazo que pudiera sufrir el propio negocio, ya que a veces los cambios asustan. En cualquier caso, la pregunta es clara: ¿esto me puede ayudar a aumentar mis comensales y la salud financiera de mi negocio? Entonces, ¿por qué no se pone en marcha?

Todos estamos acostumbrados a consumir servicios y siempre buscamos la mayor rentabilidad al menor coste. Vamos al cine los miércoles porque sale más barato, esperamos al día sin IGIC en grandes superficies, esperamos a ciertas horas de la noche para comprar por internet porque bajan los precios, etc. ¿Qué pasaría si un restaurante pusiera una rebaja de, por ejemplo, un 15% todos los martes y miércoles para almorzar para aumentar sus ventas? O un “día del comensal”, pero aplicado a toda la tipología de restauración, es decir, a tu bar de la esquina, o la tasca nueva del barrio.

Medidas para la salud económica

Otro elemento que ocasiona pérdidas cuantiosas evitables para los negocios son todas aquellas reservas que se realizan y finalmente el cliente no acude y no avisa. Si, por ejemplo, cuando reservamos en un hotel, compramos un viaje de avión, o simplemente adquirimos una entrada para un concierto, damos nuestra tarjeta de crédito, ¿por qué estas máximas no se utilizan en restauración? Esta medida, que a casi ningún comensal le parece bien, ¿no aseguraría también la buena salud del negocio?

Y si ya nos ponemos serios, podríamos hablar también de todos esos comensales que cuando van a nuestros negocios quieren la mesa que mira al mar y se ve la puesta de sol, o aquella mesa que se sitúa en la mejor parte de la terraza. Incluso, queremos elegir las copas de vino que más nos gustan, o cambiar las guarniciones de los platos por otro tipo de alimentos, etc. ¿Estamos dispuestos a pagar un plus por estos caprichos?

Esta comparativa es fácilmente entendible. Si comparamos la disponibilidad que tenemos en otros segmentos de negocios en los que si accedemos a pagar ese suplemento. Por ejemplo, cuando viajamos en avión y pagamos más por un asiento en la salida de emergencia porque es mas espacioso, o elegimos el asiento en un teatro en la parte donde podemos ver mejor la obra, o compramos una pulsera VIP para no hacer colas en ciertos eventos.

Quizá lo que necesita la restauración para ser impulsada y saneada son una serie de medidas que aplicamos y utilizamos todos los días cuando consumimos servicios y que en este sector por miedo o tradición no las aplicamos.

Lo que está claro es que cada vez los comensales son más exigentes, y eso es bueno, pues ayuda a mejorar la competitividad y que esta sea de mayor calidad. También por este lado deberíamos empezar a exigir ciertos cambios para ponernos a la par con otro tipo de negocios.

Suscríbete para seguir leyendo

Tracking Pixel Contents