El Enófilo
Tiempos Líquidos: un templo del vino en la capital burgalesa
En el corazón de Burgos, en una calle que susurra historia y tradición, descubrí un lugar que parece detener el tiempo, o al menos, transformarlo en una experiencia sensorial

Entrada a Tiempos Líquidos. / E.D.

Más que un Wine bar, este espacio es un refugio para los amantes del vino, un punto de encuentro donde la pasión por la enología se vive con intensidad, pero también con naturalidad, sin imposturas. Aquí, cada copa cuenta una historia, y cada rincón está impregnado de sensibilidad.
Llegué el domingo al mediodía con un estupendo día soleado; desde fuera, el local ya invita a entrar: moderno pero cálido, con una estética minimalista que no busca impresionar, sino acoger. Dentro, la atmósfera está cargada por grandes bodegueros y apasionados del vino que visitan la capital burgalesa por lo mismo que yo: el evento de Alma Vinos Únicos, del cual hablaremos en otro artículo. Las botellas se alinean en estanterías con personalidad propia, como si estuvieran esperando su momento para brillar. No tardé en comprender por qué Tiempos Líquidos se ha convertido en uno de los rincones más especiales de Burgos.
Al frente de este proyecto están Diego González y Laura Rodríguez, dos apasionados del vino que han sabido construir algo mucho más grande que un bar. Diego, sumiller de referencia en la escena nacional, es un verdadero narrador de vinos: cada recomendación suya es un viaje. Laura, con una sensibilidad exquisita, aporta ese equilibrio entre la gestión y el alma del espacio. Juntos han creado un lugar donde se puede aprender, disfrutar, dejarse llevar.
La parte líquida es un auténtico homenaje a la diversidad vinícola, aquí no hay carta al uso. Diego prefiere conversar contigo, conocerte, descubrir qué te apetece, y entonces comienza el juego. Empezamos con un champagne de uno de los productores más solicitados como es David Léclapart con su L´Amateur, un espumoso monovarietal de chardonnay con notas calcáreas y un marcado toque de bollería, seguimos con un estupendo Shafer Chardonnay 2021 con aromas a frutas blancas y cítricas y terminamos con Charlopin Vosne Romanee 2022 que estaba un poco verde aún, pero que nos permitió cerrar la velada de forma única.
La parte sólida
La experiencia gastronómica está cuidadosamente pensada para acompañar al vino, no para competir con él. Pudimos comer platos muy propios de la zona como la lengua de vaca curada o los callos, pata y morro que vinieron después de unas anchoas de Santoña, unas gildas triples de boquerón y ensaladilla con ventresca de bonito. Cierto es que no elaboran cocina en el local, pero mantienen un acuerdo con el chef Alberto Molinero de Erre de Roca que les crea todos los platos calientes.
Según nos cuenta el propio Diego, otro de los puntos fuertes de Tiempos Líquidos es su programación de catas y eventos. Desde encuentros con bodegueros a catas temáticas por regiones o variedades, pasando por sesiones centradas en vinos naturales o champagnes de pequeño productor. La idea es democratizar el vino sin renunciar al conocimiento. Aquí se aprende, pero sin pedantería. Diego y Laura entienden que el vino es cultura, pero también disfrute, y eso se nota en cada detalle.
Además, el espacio se abre a colaboraciones con cocineros invitados, artistas o productores locales, generando sinergias que enriquecen aún más la propuesta. En sus redes sociales puedes seguir el calendario de actividades y reservar tu plaza para las catas, que suelen agotarse en cuestión de días.
Un patio de recreo
Salir de Tiempos Líquidos es difícil. No porque no se pueda, sino porque no se quiere. Hay una especie de hechizo entre sus paredes, una mezcla de hospitalidad, buen gusto y emoción que te atrapa. Uno siente que ha vivido algo más que una cena o una copa de vino: ha sido una inmersión en una forma de entender la vida.
Y es que este lugar no solo se llama Tiempos Líquidos; también los ralentiza. Nos recuerda que, en un mundo que va demasiado deprisa, aún hay rincones donde detenerse, mirar, brindar y saborear lo importante. En la capital burgalesa, este templo del vino no solo es un destino obligado para el amante del vino, sino una experiencia sensorial completa. ¡Salud!
Recuerda que si quieres compartir conmigo tus proyectos, bodegas o vinos siempre puedes escribirme a mulchandchanrai@gmail.com o a través de @thefoodtagram
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