Planes
Una ruta volcánica por la agricultura heroica de Lanzarote
Junto a la viticultora ecológica Ascensión Robayna, nos embarcaremos en un viaje único por los ecosistemas agrarios singulares de esta isla

Ascensión Robayna en Masdache. / Volker Gehrmann

La agricultura ecológica en Lanzarote es sinónimo de tradición, resistencia e ingenio. En un paisaje moldeado por las erupciones volcánicas y la lava, la adaptación ha sido clave para lograr una agricultura próspera. A lo largo de los siglos, generaciones de agricultores han convertido un entorno aparentemente hostil en campos fértiles gracias a la inteligencia y el conocimiento transmitido de padres a hijos.
De la mano de Ascensión Robayna, viticultora ecológica y miembro de la Sociedad Agraria de Transformación de El Jable, SAT El Jable, nos adentraremos en una travesía cuyo objetivo es conocer más profundamente los ecosistemas agrarios singulares de Lanzarote, aquellos que mantienen su corazón orgánico, y la importancia de su preservación: «La evolución de la agricultura ecológica en la isla ha sido positiva. En los últimos años, la viticultura, los granos o las batatas han sumado hectáreas de cultivo ecológico».
Una agricultura llena de contrastes
A primera vista, Lanzarote puede parecer un territorio inhóspito para la agricultura. Su clima árido, con escasas lluvias, vientos intensos y frecuentes calimas, podría hacer pensar que el cultivo en la isla es inviable. Sin embargo, la extraordinaria capacidad de adaptación de sus agricultores y agricultoras ha transformado el paisaje en un mosaico agrícola que desafía la lógica. Ascensión destaca el valor de los sistemas de cultivo autóctonos, una herencia que, según sus palabras, «estamos obligados a conservar, ya que encierran valiosos conocimientos de adaptación». Además, recalca que estas prácticas son candidatas para formar parte del Patrimonio Agrícola Mundial.
Estos sistemas de cultivo están especialmente adaptados al territorio insular buscando aprovechar tanto los suelos volcánicos -resultado de las sucesivas erupciones que han forjado el carácter de Lanzarote- como los suelos organógenos de origen marino presentes en el corredor de El Jable, que se extiende desde la bahía de Pinedo, en Famara, hasta Playa Honda. La viticultora afirma que son justamente estos suelos, cubiertos ya sea por ceniza volcánica o por la fina arena de origen marino de El Jable, los que explican buena parte del «milagro de la agricultura en la isla».
En este contexto, el arenado o enarenado se presenta como otra muestra de ingenio y adaptación, fruto de la estrecha relación entre los agricultores y su entorno. Lejos de constituir un sistema artificial, este método reproduce de manera consciente y respetuosa los procesos naturales que la isla ha experimentado tras cada erupción. Al cubrir manualmente el suelo con una fina capa de ceniza volcánica o rofe, se logra conservar la humedad y evitar la evaporación, favoreciendo así el desarrollo de los cultivos. «Enarenados y viñedos históricos cultivados en estricto secano han dado fama a granos, vinos, batatas, papas y un selecto conjunto de alimentos de extraordinaria calidad», añade Ascensión.
Un viaje por la esencia agraria de Lanzarote
A través de esta ruta, Ascensión Robayna nos invita a descubrir el patrimonio agrario de la isla de Lanzarote, así como la belleza que esconde esta naturaleza sobria que debe protegerse. Inspirada por sus raíces, este recorrido también nos acerca a su hogar y a su pasión por la tierra: «Está en mi naturaleza y en mi procedencia», confiesa y es que Ascensión nació en Montaña Blanca, un pequeño pueblo cercano a la zona vitivinícola de Masdache, en el seno de una familia de viticultores.
Antes de iniciar este recorrido, Ascensión recomienda la lectura de La cultura del volcán, del arqueólogo José de León, un libro que profundiza en la transformación de Lanzarote tras las erupciones volcánicas. A través de su historia, descubriremos cómo sus habitantes idearon formas únicas de adaptación, dejando un valioso legado cultural y agrario que aún perdura.
La ruta
Nuestra ruta comienza con una mañana en La Geria, uno de los lugares más emblemáticos y singulares de la isla, donde los viñedos emergen protegidos por semicírculos de piedra volcánica que los resguardan del viento. Una vez allí, la viticultora nos invita a realizar una parada en la ermita de La Caridad y un breve paseo por alguno de los senderos establecidos, lo que nos permitirá conectar con la historia de la zona, observar la inmensidad de este paisaje cultural y entender la necesidad de conservar esta obra colectiva de la naturaleza.
Siguiendo nuestro camino, nos dirigiremos a la Casa-Museo del Campesino, donde nos espera la oportunidad de degustar un vino ecológico. Situada en el municipio de San Bartolomé, esta obra diseñada por César Manrique rinde homenaje a la tradición agrícola de Lanzarote.
Continuamos hacia Soo, en el municipio de Teguise, pero antes pasaremos por los pueblos de Mozaga, Tao y Muñique, pudiendo observar algunos enarenados y parte de El Jable de Arriba donde se producen batatas. Una parada imprescindible es la Tienda de Lourdes, ubicada en Soo, comenta la viticultora: «Aquí se pueden adquirir batatas ecológicas producidas por los agricultores y agricultoras de la SAT El Jable, algo de grano y una papaya cultivada de forma ecológica, a una cortísima distancia de este punto de venta».
Para el almuerzo, Ascensión nos recomienda visitar el Restaurante Dunas de Famara y dejarnos llevar por el producto de la zona: «Hay que probar, sin duda, la ensaladilla de batatas ecológicas, un pescado local y un vino Diego ecológico». Desde este enclave privilegiado, las vistas hacia la playa de Famara y La Graciosa nos recuerdan la singularidad del paisaje lanzaroteño.
Al caer la tarde, la ruta nos lleva de regreso al pueblo de Soo, bordeando El Jable y entendiendo la importancia de este «río seco» en la agricultura y la historia de la isla. Podríamos realizar una última parada en Munsoo, un restaurante slow food donde los productos de kilómetro cero son los protagonistas: «Aquí, con los pies en jable, nos dejaríamos aconsejar por los hermanos mellizos, Luna y Alex», aconseja la viticultora.
Comer con conciencia: un acto de responsabilidad
«Cada alimento debería poder contar la historia del lugar del que viene y cómo se ha producido, así como quienes lo han cultivado. Una batata agroecológica de Lanzarote, por ejemplo, debe tener detrás el esfuerzo colectivo, la conservación de los suelos y de los ecosistemas singulares de cultivo», afirma Ascensión Robayna y asegura que los precios justos son necesarios para ejecutar esta ecuación. El respeto por la tierra y quienes la trabajan se refleja en cada alimento que consumimos: «Comer es sin duda un acto de responsabilidad con la tierra que se visita y con quienes la cultivan», explica la viticultora.
En Lanzarote, la agricultura es un testimonio vivo de esfuerzo e ingenio, capaz de desafiar los límites impuestos por la naturaleza. Esta ruta no solo nos acerca a su historia, sino que nos invita a mirar con otros ojos el trabajo silencioso de quienes cultivan la tierra con respeto, asegurando que su legado perdure en el tiempo.
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