Gastronomía
El Dieciocho y su sabrosa cocina de siempre
Echar un vistazo a la pizarra y que apetezca todo es un buen comienzo, como el saludo de bienvenida, gesto que cada vez se estila menos

Carne de cerdo en adobo / ED

El conocido como Pasaje Sitjá rememora la figura de un catalán, masón y de nombre Juan Sitjá y Capmany, reconocido por haber construido 50 casas de golpe en unos solares comprendidos entre la calle Castro y la Rambla de la Asunción, según consta en un proyecto aprobado en 1900, y que dieron empuje a la expansión del incipiente barrio de Duggi en su parte occidental. El periódico El Independiente publicaba el 21 de enero de 1903 que por aquella fecha la zona podía considerarse terminada, aunque su remate definitivo habría que situarlo hacia 1906.
Desde su origen fue un barrio eminentemente obrero, levantado a partir de casas terreras e inscrito junto al eje que trazaba la Rambla de Pulido en sus ansias de ascender por el llamado Camino de La Laguna.
Con el paso de los años, y mientras la ciudad continuaba su imparable crecimiento urbanístico y humano, el matrimonio formado por Beltrán y Eloína decidió emigrar con su prole desde La Gomera con rumbo a Tenerife, y fue en 1963 cuando abrieron en aquel callejón una modesta casa de comidas –elogiada por su sabrosa ensaladilla y un gustoso atún–, a la que bautizaron con el nombre de El Dieciocho por su vecindad con la por entonces calle 18 de julio (ahora Juan Pablo II).
A día de hoy, nada menos que 60 años después, son su hijo Jorge y Yolanda, su mujer, quienes mantienen viva la memoria y el espíritu de esa cocina canaria de recetario, de raíz popular, la de toda la vida, en un pasaje convertido ya en un espacio legendario donde se asentó con sus prendas y retales la mítica Mariquita la Mora, que ha acogido los sueños de refugiados vietnamitas y pubs que anuncian la diversión de la noche.
Siempre, y en exquisita convivencia, El Dieciocho ha sabido estar en su sitio, como la discreta trastienda de la popular Rambla, ese lugar donde al doblar la esquina uno cae en la cuenta de que vale la pena detenerse, atraído por una animada charla entre aperitivos, picoteos, cervezas...
Echarle un vistazo a la pizarra y que apetezca todo supone un buen comienzo, como el saludo de bienvenida, gesto que cada vez se estila menos.
Hay medias raciones y además se da protagonismo a la cuchara, como una sopa de pescado, crema de verduras o las gustosas garbanzas –perfecta la textura– y que se pueden disfrutar tanto en las mesas del interior, con la barra también incluida, como en el agradable espacio de la terraza.
La carne de cerdo en adobo, bien limpia, un punto picante, sus papas guisadas y peladas y una salsa que invita al sopeteo, además de albóndigas, solomillo, al ajillo, bistec de res, un escalope... Y también se cuida el pescado: lenguado, sama, churros de pescado, sardinas y chicharros, filete de perca, chocos a a plancha. El final lo endulza una tarta o un mousse, o bien una papaya o unas fresas con nata.
Cocina de siempre, y deliciosa.
(El Dieciocho, Pasaje Sitjá, 20, Santa Cruz de Tenerife; de lunes a jueves de 12:30 a 23:00, y viernes de 12:30 a 00:00; tfno.: 922 27 09 27).
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