La gente cubana, que es muy dada a mudar de nombre a todo aquello que lo tiene –cuestión de orgullo– decidió allá por la década de los 90 del pasado siglo designar con el término paladares a esos pequeños restaurantes privados que surgían por entonces en la isla. Y así los han seguido llamando hasta popularizar internacionalmente el concepto. Lo cierto es que el origen de esta denominación es muy curioso y está relacionado con una telenovela brasileña, de título Vale todo, emitida por la cadena Globo en aquel país entre los años 1988 y 1989, y que a la televisión cubana se le ocurrió retransmitir posteriormente. Aquel melodrama brasileño narraba la historia de una madre, Raquel Accioli (interpretada por Regina Duarte), cuya desaprensiva hija, María de Fátima (Gloria Pires), la dejó en la más literal de las pobrezas al vender a sus espaldas la única propiedad familiar con la que contaban. Esta circunstancia obligó a Raquel a buscarse la vida, que comenzó con la venta de bocadillos en la playa de Río de Janeiro, para desde ahí ir prosperando hasta que terminó por establecer su primer restaurante, al que llamó Paladar, en alusión, claro está, a esa particular sensibilidad para percibir el gusto de los alimentos. 

Con el nombre de Paladar by Romera se reconoce al establecimiento ubicado en la Glorieta Pedro de Mendoza, en el capitalino barrio de La Salle, que para que nadie se lleve a confusión no está entroncado con aquellos restaurantes de la Perla del Caribe, aunque sí tenga su génesis en territorio americano, más concretamente en Venezuela, la Octava Isla, y el origen de su historia, como la de los paladares cubanos, también cuente con dos mujeres como protagonistas: una madre, Esther, y su hija, Grace.

Todo comenzó hace unos seis años y medio cuando decidieron clausurar su negocio de golfeados o golfiados, que así se denominan en Venezuela unos dulces típicos, muy parecidos al roll de canela, pero criollos, rellenos de papelón de caña (panela) y queso duro blanco rallado.

La condición de doble nacionalidad de Grace –sus abuelos son originarios de Tenerife– les abrió la posibilidad del retorno y no se lo pensaron: vendieron, hicieron las maletas y pusieron rumbo a la Isla, cargadas de ilusiones y también de incertidumbres.

Una vez en suelo insular, lejos de reproducir un establecimiento para la venta de sus golfiados, se orientaron hacia el concepto de la cafetería y sus posibilidades. Y acertaron de pleno.

Sin duda, sirven el mejor café de la zona –no sólo por la calidad del producto, sino por el amor que ponen hasta en los pequeños detalles– con todas sus variantes: solo, cortado, barraquito, capuccino, etc., en un ambiente tan limpio como cálido y acogedor, ya sea en la terraza o en el interior, decorado además con exquisito gusto.

De las manos de Esther nacen a diario unas galletas de avena y chocolate, un bizcochón de yogurt y unas tartas, como la de queso con receta del País Vasco, que significan una irrefrenable tentación para una clientela que demuestra una sincera fidelidad.

La tostada vegetal es la estrella de la casa: pan integral, rúcula, tomate, aguacate y condimentos, pero la oferta se amplía a sándwiches, croasanes, pulgas o bocadillos, además de unos huevos cremosos o los pinchos de tortila española.

Sentados a la mesa, Grace muestra una carta simple pero sabrosa: arroz negro en tinta de calamar; ñoquis con pollo y verduras; ensalada de nueces y queso de cabra o también la de pollo.

¡Qué delicioso paladar!

(Paladar by Romera, Glorieta Pedro de Mendoza, avenida de La Salle, Santa Cruz de Tenerife; lunes a viernes, de 7:00 a 17:00, sábados de 9:00 a 13:00 horas; tfno.: 673 95 34 75).