Esta historia palpita desde la raíz. Luciano, abuelo de Víctor Jesús Rolo, se dedicó en cuerpo y alma a la viticultura y Cámbium nace como homenaje a su persona, «a quien me puso la mochila a la espalda», confiesa este bodeguero.

La génesis del proyecto, estrechamente ligado a la tradición familiar, se remonta a unos 18 años atrás. Víctor –que estudió Enología en el IES de La Guancha, realizó un máster en la Universidad de La Laguna (ULL) y amplió conocimientos como Erasmus en Borgoña (Francia)– creció vendimia a vendimia, elaborando vinos caseros y artesanales, a granel, como los que aún saborea su memoria de aquellos tiempos de su abuelo.

En el fondo, su gran sueño era sacar un vino al mercado en el que ver reflejadas sus ilusiones y conocimientos, su estilo, lo más natural posible, de manera que quien los probara tuviera deseos de repetir la experiencia. Y sería en 2017, con ocasión de una visita a La Rioja, «cuando unos amigos me animaron a que registrara mi propia bodega». Fue el empujón definitivo.  

La voz latina Cámbium –el nombre de la marca–, en viticultura hace referencia a la aorta de la planta, esa parte delicada, pero fascinante, que es la responsable de generar cada año un poquito más de madera y así mantener viva la planta, pero también significa transformarse, cambiar hacia algo mejor, «y eso es justo lo que quiero lograr», afirma este bodeguero, quien engloba en este proyecto a los amigos, a su entrenador de baloncesto, a su pareja, Europa, a su padre... No es casual que en las botellas figure el lema Latido a latido, que alude a la firmeza y constancia necesarias para elaborar grandes vinos. 

El hobby se había convertido en pasión y en una finca del barrio icodense de La Mancha, brotaba las viñas de la primera cosecha ecológica, de la que salieron 324 botellas de blanco (con variedades Albillo y Vijariego Blanco) y 480 de tinto (con Vijariego Negro y Listán Negro). «Tuvo una gran aceptación», recuerda Víctor, quien en la siguiente vendimia ya duplicó resultados: setecientas y pico botellas de blanco y ochocientas y pico de tinto. 

Ya en junio de 2019 se propuso dar un paso más y adquirió una parcela de casi una hectárea en el barrio icodense de Las Canales. De ahí surgió un poderoso blanco (92% listán y malvasía aromática para sumarle complejidad), con un cultivo que se desarrolló bajo el sistema de conducción más antiguo y difundido del mundo, el vaso. De aquella vendimia se alcanzaron poco más de mil botellas, que se sentaron a la mesa de restaurantes locales y otros con estrella Michelin, como es el caso de El Rincón de Juan Carlos, todo un hito para una pequeña bodega que no está amparada por ninguna Denominación de Origen.

El espaldarazo

El espaldarazo llegó cuando en 2021 se alzó con la Medalla de Oro en el International Adwards Virtus Lisboa, uno de los concursos más prestigiosos a nivel internacional. Al certamen, que se desarrolló en la capital portuguesa, acudieron los mejores vinos y aceites de España y otros países. Aquel galardón puso a Cámbium en el mapa y lo catapultó directamente al mercado internacional.

Pero por si fuera poco, en la última edición de este mismo concurso, la celebrada este 2023, el vino de Víctor Rolo se superó a sí mismo y conquistó la Gran Medalla de Oro. «Nuestra sorpresa fue mayúscula», relata el bodeguero, quien lejos de dormirse en los laureles –y tras brindar por este logro– continúa afanado en mimar sus tres referencias: Las Canales, Latido a latido y Battonage.

Desde su intención de crear vinos originales y diferenciados, especiales y sencillamente únicos, esta bodega se propone encerrar en cada botella la verdadera esencia del paisaje isleño. «No tenemos nada que envidiar; los vinos canarios son un verdadero espectáculo», afirma Víctor Rolo. 

No en vano, ya Lisboa y el mundo así lo reconocen.