Aunque el ave más conocida en nuestra cocina sea el pollo, el pavo y la pularda también son carnes blancas que se caracterizan por ser bajas en grasa y tener proteínas de alta calidad. Probar diferentes carnes de ave es importante; no solo para no aburrirnos, sino también para aprovechar sus múltiples propiedades. A continuación mostramos cuáles son sus principales características y cómo pueden consumirse.

Baja en grasa, sabrosa y buena para la salud

Las carnes blancas son aquellas cuyo porcentaje de grasa es bajo, por lo que son perfectas para cuidar nuestra alimentación y salud. Algunos ejemplos de este tipo de carne son el pollo, el pavo y la pularda, ¡pero no son los únicos! Estas piezas tienen un alto valor proteico y muchas vitaminas, por lo que su carne magra es una opción ideal durante todo el año, y especialmente en esas fechas en las que comemos más de la cuenta pero queremos reducir el consumo de grasas, como las fiestas navideñas.

Existen muchos motivos por los que consumir carne de ave. Para empezar, tiene una media aproximada de un 20 % de proteínas. La cantidad de proteína depende de la parte que tomemos, ya que la pechuga tiende a rondar el 21,5 %, mientras que el muslo se aproxima al 19,5 %. La carne de ave también destaca por su bajo contenido en colágeno, lo que la hace más digestiva.

Alternativas para cocinar carne de ave

Al margen del fileteado y la plancha, uno de los métodos de cocción más frecuentes, y sobre todo en período navideño, es el asado al horno. Esta forma de cocción no solo resulta muy cómoda, sino que permite cocinar piezas bastante grandes, ideales para muchos comensales. Además, ofrece resultados espectaculares y muy sabrosos. Debemos tener en cuenta eso sí, cuál es la temperatura justa para que se hagan correctamente, evitando que se quemen o queden resecas. Debemos darles la vuelta y aderezarlas con jugo a lo largo del cocinado.

Otra de las formas estrella a la hora de cocinar este tipo de carnes es el relleno. Un buen relleno y una salsa que lo acompañe harán de estas aves un absoluto manjar. Podemos rellenarla con verduras previamente cocinadas, frutos secos, o una mezcla de varios ingredientes para potenciar aún más su sabor.

Lo cierto es que la carne de ave ofrece un sabor exquisito sea cual sea la forma en la que se cocine. Con la ventaja además, de ser una carne blanca baja en grasa y con alto contenido en proteínas. Algo que la hace ideal no solo para fechas especiales, sino para el consumo habitual durante todo el año.

El pavo, el pollo y la pularda - Las diferencias

Aunque las tres opciones son aves, presentan diferencias entre ellas. y no solo en el sabor, sino también en su tamaño y la forma de crianza.

Pavo:

El pavo suele asociarse frecuentemente con fechas especiales como la Navidad, pero también con la comida sana. Su pechuga se recomienda como carne idónea para una dieta baja en grasas. Normalmente se encuentra por piezas, y fuera de la temporada navideña es difícil encontrar pavos enteros. Y es que debemos tener en cuenta que un pavo puede llegar a pesar hasta 20 kilos. Se suele diferenciar del pollo en que en la pechuga de pavo podemos encontrar más proteínas por gramo que en la de pollo. Además es rica en metionina, un aminoácido esencial que ayuda al organismo a absorber otros aminoácidos correctamente.

Pollo:

El pollo es la carne de ave por excelencia, presente en la alimentación de adultos y niños. Sin duda, es una de las carnes más consumidas mundialmente y durante todo el año. Y, además, su contenido en sodio es bajo y es una buena fuente de vitamina B6, fósforo, niacina y selenio. Si buscamos de una variedad de pollo más sabrosa e ideal para las celebraciones, el capón es nuestra mejor apuesta. Es un pollo de, como mínimo, seis meses y que se castra quirúrgicamente antes de que alcance su madurez sexual. Estas aves suelen tener un peso de unos 4,5 kilos y se alimentan con cereales, verduras, leguminosas e incluso castañas, motivo por el que tienen cierto sabor a estas.

Pularda:

La pularda es una de las carnes de ave más exquisitas. Es muy jugosa, ya que su grasa está infiltrada. Y, a la vez, eso le confiere una textura muy tierna. Se trata de una gallina joven que no pone huevos. Esto es debido a que se le quita un ovario para que se centren en engordar. Las pulardas suelen pesar entre dos y tres kilos, y su período de crianza varía entre seis y nueve meses.