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'Jurassic World: el renacer': es hora de dejar a los dinosaurios en paz
Como los villanos que han pasado por la saga, se diría que la película de Gareth Edwards solo quiere a las bestias prehistóricas para hacer dinero con ellas

Una imagen de 'Jurassic World: el renacer'. / Warner Bros
Nando Salvà
'Jurassic World: el renacer'
Director: Gareth Edwards
Intérpretes: Scarlett Johansson, Mahershala Ali, Jonathan Bailey, Rupert Friend
Año: 2025
Estreno: 2 de julio de 2025
★★
Es obvio que la persona encargada de elegir el título de 'Jurassic World: el renacer' se dejó llevar por un optimismo desmedido. En realidad, da más bien la sensación de ser una secuela muy consciente de su propia irrelevancia, ambientada como está en un mundo que en su día adoró a los dinosarios pero ahora se ha hartado de ellos, y cuyas incesantes referencias a la película original de Steven Spielberg solo sirven para recordarnos que, en los últimos 30 años, esta saga no ha sido capaz de aportar ni una idea, ni una secuencia ni un personaje dignos de ese modelo. Puede que el público no haya dejado de sentirse atraído por estas películas -aún no- pero, sin duda, quienes las hacen se quedaron sin ideas mucho tiempo atrás.
Como es costumbre en la saga, 'El renacer' observa a un grupo de científicos y soldados aparentemente muy solventes que llegan al lugar más peligroso del planeta convencidos de que su misión será coser y cantar y que, inmediatamente, empiezan a morir de formas terribles. Gareth Edwards, en su día director del remake 'Godzilla' (2014) y 'Rogue One: una historia de Star Wars' (2016) y por tanto especialista en orquestar espectáculos llenos de imaginería digital, no logra que las escenas de acción derivadas de esa premisa resulten particularmente sorprendentes -¿cómo podrían, a estas alturas?- pero sí que, al menos, por momentos sean eficaces a la hora de generar suspense.
Decisiones inexplicables
En cualquier caso, y también como sus predecesoras, la película deja en evidencia que, aunque las estrellas de esta saga son las bestias prehistóricas -aquí, en concreto, la más llamativa es una criatura mutante llamada 'Distortus Rex', dotada de seis extremidades y un gigantesco cráneo bulboso-, su capacidad de seducción es limitada cuando las personas que las rodean son seres insípidos diseñados tan solo para servirles de almuerzo. En efecto, sus personajes humanos atraviesan la espesa jungla, llanuras cubiertas de hierba e instalaciones científicas abandonadas, y en ningún momento dicen o hacen nada mínimamente interesante. Para agravar las cosas en ese sentido, Edwards incorpora al relato subtramas inanes que existen solo porque toda entrega de esta saga necesita mostrar a niños en peligro, y obliga a sus protagonistas a tomar decisiones tan inexplicables que hasta los dinosaurios parecen desconcertados por ellas.
En última instancia, decimos, no tiene mucho sentido hablar de renacer en referencia a una película que, justo igual que la sucesión de estereotipados villanos que a lo largo de los años han pasado por la saga a la que pertenece, apenas se molesta en esconder que solo quiere a los dinosaurios para ganar dinero con ellos, y que entretanto se atreve a llenar su metraje de mensajes anticapitalistas pero también, a la vez, de cantidades exageradas de 'product placement'. No es la peor de las películas jurásicas, pero tal vez sí la más hipócrita.
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