Premios Oscar
El Oscar más difícil: Mikey Madison desbanca a Demi Moore, juventud versus madurez
El triunfo del filme de Sean Baker ha catapultado igualmente a Madison, que se ha colado entre Moore y Torres como una opción de futuro

Mikey MadisoN / EFE
Quim Casas
El premio a la mejor actriz de los Oscars de este año era más difícil de dilucidar que cualquier otro. Antes de la polémica con los tuits de Karla Sofía Gascón el camino parecía despejada para ésta, pero entre los votantes de la Academia de Hollywood hay un sector mucho más conservador al que posiblemente premiar a alguien por hacer de narcotraficante trans no le hacía mucha gracia. En esta tesitura, el foco se puso en Demi Moore, pero tampoco parecía tan claro. La protagonista de ‘La sustancia’ ganó el pasado Globo de Oro, en el que rivalizaba con Gascón pero no con Fernanda Torres, ya que competía en la categoría de mejor actriz de comedia o musical y la actriz brasileña en el de película dramática; esa división genérica en los Globos de Oro abre el abanico pero es engañosa de cara al Oscar, de los que siempre se ha dicho –cada vez menos– que son la antesala.
Moore tenía otra rival en los premios otorgados por la prensa extranjera de Hollywood. Era la menos conocida de todas, Mikey Madison, y en aquel momento no constituía un serio problema para la candidatura de Moore. La protagonista de ‘Ghost’ veía refrendada su trayectoria en un papel que, en el fondo, examina uno de los conflictos inherentes a la industria de Hollywood: el papel secundario que juegan las actrices cuando superan la barrera de los 45 o 50 años y su físico ya no es el que, junto a su talento, las hizo triunfar.
Pero ha llovido mucho desde el 6 de enero, cuando se concedieron los Globos de Oro. Y en ese proceso han perdido fuelle títulos como ‘The brutalist’ y ‘Emilia Pérez’ y nombres como los de Demi Moore, no así Zoe Saldaña, Kieran Culkin y Adrien Brody, que han repetido. ‘Anora’ se fue de vacío y en los Oscar lo ha ganado todo, y el triunfo del filme de Baker ha catapultado igualmente a Madison, que se ha colado entre Moore y Torres como una opción de futuro.
Los premios pueden leerse de muchas formas. Cuando medio mundo daba por hecho que Moore sería premiada en la madurez –tiene 62 años y, muy probablemente, no volverá a tener un papel del peso del de ‘La sustancia’–, los votantes se inclinan por la juventud que representa Madison. Encarnan dos prototipos femeninos distintos, aunque coincidentes en el mundo que les ha tocado vivir, el patriarcal y el del culto a la belleza joven.
El Oscar para Moore habría sido el del reconocimiento a una trayectoria con más tesón que calidad porque, seamos sinceros, nunca se ha codeado con la otra Moore, Julianne, ni con Meryl Strep, Julia Roberts o Glenn Close. El Oscar para Madison es la apuesta por el talento nuevo, por otro registro interpretativo en un cine igual de independiente, pero mucho más anclado a la realidad –la oscura– estadounidense.
Que las dos están muy bien en las respectivas películas es un hecho. Y que aguantan los filmes cuando estos zozobran un poco. Que lo merecían ambas nadie lo duda. Madison tiene un futuro esplendoroso. Moore ha perdido en la única oportunidad real que ha tenido para ser considerada la mejor actriz.
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