Cine

Vuelve 'Emmanuelle': el regreso sin cosificar de un mito erótico de los 70

La nueva ‘Emmanuelle’, dirigida por Audrey Diwan e interpretada por Noémie Merlant, inaugura este viernes el Festival de San Sebastián y llegará a las salas españolas el día 27

No hay cosificación ni voyerismo gratuito, sino una permanente exploración del sexo y del deseo por parte de la nueva Emmanuelle que encarna Noémi Merlant.

No hay cosificación ni voyerismo gratuito, sino una permanente exploración del sexo y del deseo por parte de la nueva Emmanuelle que encarna Noémi Merlant. / EPC

Quim Casas

Más allá de la anécdota de que ‘Emmanuelle’ (1974) fuera, con ‘El último tango en París’, la película que provocó el interés viajero de millares de españoles al otro de los Pirineos, arrasando en las taquillas en los cines del sur de Francia y Andorra cuando la dictadura franquista empezaba a languidecer, aquella película de erotismo ‘soft’ para paladares burgueses, protagonizada por Sylvia Kristel y dirigida por Just Jaeckin a partir de la novela homónima de Emmanuelle Arsam, se convirtió en todo un fenómeno sociológico y mediático: ¿Cuántos sillones de mimbre y amplio y redondeado respaldo se vendieron en aquellos años, a rebufo de la fascinación originada por el poster del filme, en el que Kristel aparece con los pechos al descubierto, un collar de perlas, lencería fina y botas de cuero sentada en dicha silla, conocida desde entonces como sillón Pavo Real o sillón Emmanuelle? ¿Había una fantasía sexual masculina mayor que la del coito en el baño del avión en pleno vuelo?

 Era, y es, un relato de estética relamida y estampas eróticas superadas por el tiempo. Pero tiene una innegable importancia a nivel histórico, ya que permitió ver coitos en aviones y seducciones varias en escenarios lujosos de Bangkok, además de romper algún tabú sexual, cuando esta imaginería era solo permitida en el llamado cine para adultos. ‘Emmanuelle’ se estrenó con total normalidad en el mundo –aquí unos años después, en enero de 1978 tras el fin de la censura–, de modo que un amplio espectro de público pudo ver aquello que hasta entonces estaba prohibido o limitado al cine clandestino.

 La historia de Emmanuelle –así se llama también su protagonista, alter ego de la escritora euroasiática Emmanuelle Arsan–, una joven recién casada que viaja a Bangkok para reunirse con su marido, un diplomático francés que asegura no ser celoso, tuvo un amplio recorrido, demasiado dadas las limitaciones de la propuesta. Una vez basta, pero tantas continuaciones y derivaciones acabaron por convertir la premisa original en un puro artificio: ‘Emmanuelle II. La antivirgen’ y dos entregas más con Kristel; las seis de la franquicia de ‘Emmanuelle negra’ protagonizada por Laura Gemser; desatinos como ‘Emmanuelle y Lolita’ –sin relación alguna con la novela de Nabokov –, y unos cuantos ‘exploit’ con Gemser como ‘Violencia en una cárcel de mujeres’: ¡Emmanuelle infiltrada en una prisión para investigar a los guardias corruptos!

'Emmanuelle', la película de erotismo ‘soft’ para paladares burgueses protagonizada por Sylvia Kristel y dirigida por Just Jaeckin se convirtió en todo un fenómeno sociológico.

'Emmanuelle', la película de erotismo ‘soft’ para paladares burgueses protagonizada por Sylvia Kristel y dirigida por Just Jaeckin se convirtió en todo un fenómeno sociológico. / EPC

 Estas películas son un claro ejemplo de erotismo conservador y de cosificación del cuerpo femenino. En pleno siglo XXI, acercarse de nuevo al personaje creado por Arsan debía partir de una premisa radicalmente distinta. Y no solo por todo lo acontecido tras el #MeToo, sino porque aquel cine dirigido a la mirada voyerista masculina ya no tiene, ni social ni artísticamente, razón de ser. Por eso quien se ha atrevido a revivir a Emmanuelle es Audrey Diwan, cuyo anterior filme, ‘El acontecimiento’, adaptó la novela del mismo título de Annie Ernaux sobre las dificultades de una joven para abortar en la Francia de los 60.

 La mirada de Diwan es por supuesto feminista, no hace falta ni decirlo, porque en 2024 solo podemos acercarnos a este mito erótico de otro tiempo desde esta perspectiva. No hay cosificación ni voyerismo gratuito, sino una permanente exploración del sexo y del deseo por parte de la nueva Emmanuelle que encarna Noémi Merlant. El escenario es ahora un hotel de lujo de Hong Kong al que la protagonista llega para evaluar la satisfacción de los clientes. Naomi Watts es la responsable del hotel, y Will Sharpe –visto en la serie ‘The white lotus’– el misterioso cliente por el que Emmanuelle sentirá una atracción extraña y esquiva.

 Merlant es una actriz francesa que ya ha confirmado sus altos vuelos internacionales. Ha intervenido en ‘TAR’ junto a Cate Blanchett y en ‘Un año, una noche’, el filme de Isaki Lacuesta sobre el atentado terrorista a la sala parisina Bataclan. Ha dirigido varias películas, protagonizado ‘París, distrito 13’ y fue la pintora seducida por su modelo en ‘Retrato de una mujer en llamas’. Carrera firme que se corona con el arriesgado cometido de trasladar el estereotipo de Emmanuelle a la realidad sexual y social del momento. Todas las secuencias de sexo –la iniciación con una joven asiática, la masturbación acariciándose con cubitos de hielo, el placer que puede sentir cuando es observada– abogan por devolver el cuerpo y el deseo femenino al plano de libertad que en los tiempos de la primera Emmanuelle era impensable.

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