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Entrevista

Carla Simón: "No puede haber un final positivo en el modelo de agricultura familiar"

La directora catalana retrata una forma de vida agrícola que desaparece en la premiada 'Alcarràs', que llega este viernes a los cines

Carla Simón: "No puede haber un final positivo en el modelo de agricultura familiar"

Carla Simón: "No puede haber un final positivo en el modelo de agricultura familiar" Jordi Cotrina

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Carla Simón: "No puede haber un final positivo en el modelo de agricultura familiar" Quim Casas

Tras su pase por el festival de Berlín, donde logró el Oso de Oro, la presencia en Málaga, el prestreno del pasado miércoles en el auditorio de la Llotja de Lleida y la inauguración del D'A Film Festival de Barcelona, llega a las salas la esperada 'Alcarràs', segundo, luminoso, emotivo y realista segundo largometraje de Carla Simón, directora catalana que ya cosechó un buen éxito con 'Verano 1993'. La película es el retrato de una forma de vida que desaparece y está protagonizado por intérpretes no profesionales de la zona.

Después del estreno de ‘Verano1993’ (2017), usted dijo que al rodar aquel filme aprendió a mirar lo que pasa delante de la cámara, no lo que está escrito en el guion. ¿Ha sido así también con ‘Alcarràs’?

Si, he aplicado lo mismo. La diferencia está en que con ‘Verano 1993’ tenía 35 horas de metraje, y de ‘Alcarràs’, 90. Hay escenas que están rodadas de manera más convencional, con una, dos, tres, 10 tomas, las que fueran necesarias, pero hay otros momentos en que me gustaba darles un poco más de espacio a los actores y que pudieran pasar cosas que no estaban tan escritas.

¿Cuál fue el proceso de elaboración de la película? ¿Tenía claro lo que quería contar o fue surgiendo al contacto con las gentes de Alcarràs?

No, nace antes. El proceso es muy parecido al de ‘Verano 1993’ en el sentido de buscar gente que se aproximara a los personajes que habíamos escrito. La idea surgió en cierto modo cuando estaba escribiendo ‘Verano1993’ y murió mi padrino. Mi familia cultiva melocotones en Alcarràs y al morir mi padrino fue un momento de poner en valor lo que dejaba, su legado, y pensar por primera vez que pasaría si esos árboles que siempre han estado ahí, algún día dejar de estarlo. Al terminar la anterior película, con María Zamora, mi productora, decidimos que la historia de Alcarràs sería mi segundo largometraje, aunque implicaba muchos retos.

¿Cómo cuáles?

Construir la coralidad. Es un retrato de toda una familia, unos 12 personajes. Y el hecho de trabajar con gente de la zona que no son intérpretes profesionales. Fue una decisión un poco arriesgada, ya que la otra idea que tenía se aproximaba más a lo que había hecho en ‘Verano 1993’. Empecé a escribir y le pedí a Arnau Vilaró que hiciéramos el guion juntos. Es de Bellvís, un pueblo a 20 minutos de Alcarràs, sus familiares también son agricultores y pensé que entre los dos podríamos contar esta historia más desde dentro.

¿Cómo ha incorporado las experiencias familiares?

Las conversaciones con mis tíos y con la familia de él han sido muy importantes. También lo fue que nos instalamos en la masía de mis tíos para escribir el guion. Es un lugar en el que ellos solo trabajan. Ellos llegaban a las seis y media para trabajar, nosotros nos levantábamos con el sonido de los tractores, los íbamos a ver, pasaban cosas que después incorporábamos a la película. Recuerdo que un día estábamos escribiendo, oímos unos gritos, salimos, vimos que a mi primo le había caído una de las cajas llenas de melocotones y le ayudamos a recogerlos. Eso lo añadimos. Empezamos el ‘casting’ sin haber cerrado el guion. Hay muchas cosas concretas del mundo de los campesinos que aprendimos haciendo las entrevistas para el reparto del filme. Y de ahí surgió también el cambio en el final. Como mis tíos siguen cultivando melocotones, yo quería un final positivo, pero me di cuenta de que nadie tiene un discurso positivo en relación con esta manera, este modelo, de agricultura familiar.

Carla Simón, en el rodaje de 'Alcarràs'.

Tuvo claro desde el primer momento que el filme estaría protagonizado por actores no profesionales.

No, de hecho, hay una actriz profesional, Berta Pipó, que es mi hermana, interpreta a Gloria, la hermana que viene de Barcelona. En ‘Verano 1993’ hizo un pequeño papel como tía de las niñas. Ella también participó en el proceso del ‘casting’ desde el principio, tenemos una misma manera de aproximarnos al tema. Para mí era esencial que fueran personas de la zona, que tuvieran su forma de hablar y nos dieran margen para improvisar algunas cosas. Un agricultor es un agricultor, lo notas en la piel, en las manos, en cómo se mueve.

"Un agricultor es un agricultor, lo notas en la piel, en las manos, en cómo se mueve"

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El trabajo con los intérpretes es brutal. Si no sabes que no son familiares entre ellos, te crees que forman parte de la misma familia, hay una gran complicidad entre todos.

Lo trabajamos mucho previamente. Cuando no trabajas con actores profesionales, no puedes llegar al rodaje y decirles este es tu padre, y este es tu hijo, porque no lo sentirán así. Alquilé una casa en la Horta de Lleida y venían cada tarde. Hacíamos combinaciones para tejer todas las relaciones que tuvieran sentido para la historia que estábamos explicando. Era una especie de precuela de lo que sería el filme, para que llegarán al set y nada de lo que estábamos explicando les fuera ajeno. Hicimos una lectura de guion, pero no para que lo aprendieran, sino para saber lo que íbamos a tratar. El guion está escrito y lo intentamos seguir, pero siempre dejando espacio para integrar lo que pasa en el rodaje y que no tuvieran la sensación de que el guion solo podía decirse de la manera en la que estaba escrito.

Imagino que se lo habrán dicho, pero el parecido entre quien hace de Quimet, Jordi Pujol Dolcet, y el actor Sergi López es total, no solo físico, sino en la forma de hablar, de moverse. ¿Lo tuvo presente?

Cuando lo escogí, no, pero luego sí que pensé que, si tuviera que hacerlo un actor, Quimet podría ser Sergi López. Inicialmente no percibí este paralelismo, pero es verdad que si se parecen.

"Estamos en un momento en que parece que las historias han de tener mujeres empoderadas, y hay lugares donde esto no pasa aún"

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La escena de la doble bofetada que la madre le da al hijo y al padre me parece, además de muy significativa de cómo es este personaje femenino, clave para el retrato que ofrece de este mundo y estas relaciones.

Cuando haces el retrato de un lugar determinado, más allá de lo que tu opinas de cómo debería ser el mundo, creo que es muy importante aprender a mirarlo dejando de lado tu opinión como cineasta, incluso tu gusto estético. Estamos en un momento en el que parece que todas las historias han de tener mujeres empoderadas, feministas, que rompan con el heteropatriarcado, y hay lugares donde esto no pasa aún, o va más poco a poco. No es que no ocurra, mi prima, por ejemplo, es de la asamblea feminista de Alcarràs, pero era importante para mí mostrar como son las cosas ahí. Las mujeres de los campesinos hacen el trabajo de casa y ayudan en el campo, aguantan mucho. Fue una escena difícil de rodar porque Anna Otin, que interpreta a Dolors, es muy fuerte, pero le daba pena pegar a los que representaban ser su hijo y marido.

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