Los grandes sucesos suelen sacar lo peor de las personas, como el egoísmo o la cobardía, pero también pueden servir para que afloren sus mejores cualidades como la generosidad o la solidaridad. Algo de ello ha querido mostrar el realizador francés Olivier Peyon con su última película, Tokyo Shaking, que ha protagonizado la prestigiosa Karin Viard (Algo celosa, La familia Bélier) junto al joven Stephane Bak (Elle, La profesora de historia) y Philippe Uchan (Adios, idiotas, ¿Quién es quién). El filme está basado en hechos reales ocurridos en Japón en marzo del 2011.

La película se centra en una alta ejecutiva de la delegación en Tokio de un importante banco francés que vive allí con sus hijas mientras su marido permanece en Hong Kong. Su vida cambia tras ser víctima de un terremoto que atemoriza a sus habitantes, pero lo peor está aún por llegar ya que existe el riesgo de que la central nuclear de Fukushima, a unos 250 kilómetros estalle, y provoque una catástrofe mayor. Las autoridades niponas y la embajada francesa intentan tranquilizar a la gente, pero nada parece seguro. La empleada tendrá que verse obligada a tomar decisiones para proteger las vidas de su familia y de sus empleados. El filme cuenta con todo detalle las dudas e indecisiones de aquellos días en un país revuelto. Su director nos explica las anécdotas del rodaje.

-La experiencia de una amiga. “Todo es real y todo es ficción, aunque está novelado. Es la historia de una de mis mejores amigas. Llevaba varios años sin verla y me reencontré con ella en Paris en 2013. Pensaba que aún estaba en Hong Kong, pero me explicó que hacía dos años que vivía en Tokio y que, precisamente, un mes después de que llegara, fue cuando se produjo el gran terremoto. Trabajaba para una marca o empresa francesa y me explicó un poco la comedia humana, lo que se ve en el filme, la gente valiente, la gente que quiere huir, el miedo y todo esto me lo contó con grandes carcajadas, dándose cuenta de lo absurdo que era. Cuando me lo explicaba, a mí parecía increíble. Me contó la vida cotidiana durante una catástrofe, que cuando te encuentras en medio no te das cuenta, no tienes ni tiempo de tener miedo, estás inmerso en tu día a día”.

-¿Qué paso con la protagonista? “He novelado la relación entre los personajes, todo lo que hay en el filme, sin hablar de Fukushima, de los evacuados, del personal extranjero, si había aviones, si no los había. La situación al principio es real y todo lo que pasa. Pero ella no presentó nunca su dimisión y es más, ella fue ascendida y se la llevaron a trabajar a Nueva York. El problema de los extranjeros que estaban en Tokio, es que Fukushima, estaba a 200 kilómetros y nadie sabía si era peligroso, no sabían si tenían que irse o tenían que quedarse. Todo era raro, inusitado. Esto duró una semana, el tiempo que tardó mi amiga en irse. Era una locura. O sea, todo lo que muestro en el filme es verdadero”.

La mayoría de lo que se muestra en el filme sobre la catástrofe es auténtico. Alfa Pictures

-De París a Japón. “Fui al Japón, me encontré con gente que lo había vivido y, en todo lo que me contaron, había una coincidencia, la reacción que tuvieron los franceses que estaban en Tokio era mucho más fuerte, como lo muestro en el filme. Los otros extranjeros, por ejemplo, los alemanes se fueron deprisa, los primeros, o los norteamericanos. El motivo de ese vínculo entre franceses y japoneses es que ambos tienen intereses en el tema nuclear. Francia, cuando pasó lo de Chernobyl, con esa nube que atravesó toda Europa, fue el único país que dijo no llegaría, que la nube se había detenido en nuestras fronteras. Cuando los franceses vieron que no era cierto dejaron de confiar en la palabra del gobierno. Como consecuencia, los franceses que estaban en Tokio no creyeron ni al gobierno japonés ni lo que les decía su embajada, porque ya les habían mentido con Chernobyl”.

 -Rodando a escondidas. “Tokio tiene la reputación de ser la ciudad dónde es más difícil rodar porque es muy complicado conseguir las autorizaciones, ya que según su mentalidad tienen muy claro que no hay que molestar a nadie. Por ejemplo, cuando quieres filmar algo tan sencillo como un coche por la calle no es fácil conseguir los permisos. No podíamos rodar los planos de Karin en moto, las escenas en que ella va en bicicleta o cuando está en la estación. Todo esto lo tuvimos que hacer con cámara oculta, sin permiso. Los equipos franceses y japoneses se entendieron muy bien, hubo una buena conexión. El equipo japonés nos explicaba cómo hacerlo y cuando filmábamos, ellos se escondían por si la policía llegaba, ya que les hubiera sido complicado justificarse, son sus reglas. Nosotros nos podíamos hacer los tontos, fingir que no lo sabíamos. A mí me encantaba ver a Karin en medio de la gente, fue estupendo".

La gente vivía desconcertada ya que no se acababa de creer la versión oficial de los hechos. Alfa Pictures

-Recreando un terremoto. “Para la escena del terremoto utilizamos efectos especiales mecánicos, era una plataforma anclada al suelo pero con movimiento, todo era muy artesanal. Básicamente utilizamos tres tipos de recursos: había efectos, movíamos violentamente la cámara y el coreógrafo había enseñado a los actores cómo moverse cuando se produce un suceso de esta índole. Había unas partes del despacho que se movían y otras que no, quien se movía era la gente. En Tokio, llevé a mi equipo a un cuartel de bomberos ya que, desde 2011, están especializados en enseñar a los niños como comportarse durante un terremoto, con una plataforma que reproduce la violencia de un terremoto. Fuimos allí para ver qué pasaba y lo reprodujimos en el plató”.

-De la realidad a la ficción. “En realidad, las grandes torres no se movieron tanto como se ve en el filme. porque las torres en Japón se mueven de lado. Es en las casitas pequeñas donde todo había volado y saltado por los aires. En el resto no fue tan catastrófico. Cuando la gente me explicaba lo que sintió, estaban traumatizados, entonces yo forcé que todo se zarandeara más, porque esto fue lo que la gente sintió”.

La gente vivía desconcertada ya que no se acababa de creer la versión oficial de los hechos. Alfa Pictures

-Destrozando un despacho. “La escena en la que Karin Viard lo rompe todo fue pura ficción, eso no ocurrió. Lo que es muy divertido es que ella es una actriz muy fuerte, muy temperamental, y yo había previsto rodar primero en la oficina, entonces ella tenía que mirar y cortábamos la escena para grabar en el despacho, con planos muy precisos y que ella no se hiciera daño. Pero, a la hora de la verdad, ella estaba tan implicada en la escena que decidió irse directa hacia el despacho, y nosotros no tuvimos más remedio que seguirla y filmarla. Ella lo rompió todo, pero no estaba previsto hacerlo así”.

-Dos perros para un personaje. “El trabajo con los perros fue un infierno. Filmamos los exteriores en Japón, pero el resto está todo rodado en Paris, con efectos especiales. Construimos todo el edificio del banco en un estudio en Paris. El perro se filmó en Francia, pero también en Japón. En Japón, como en otros lugares, si quieres llevar a tu perro, necesitas hacer una cuarentena de varias semanas e incluso meses, por eso fue necesario conseguir dos perros idénticos en ambos países. No fue fácil porque los perros en Japón son minúsculos, incluso los llevan en cochecitos de niños, como se ve en una escena, todo esto es cierto. Y tampoco se puede dejar al perro en el suelo, y era un problema, porque en los apartamentos no podíamos rodar, porque no lo podíamos dejar en tierra. Y yo quería que fuera un perro grande, porque el verdadero Blacky lo era. Ya se ha muerto, por cierto. Fue complicado porque el perro francés estaba loco, era muy movido, rebelde y, en cambio, el perro japonés tenía miedo de todo, era muy tímido. Afortunadamente, no se nota en la película, todo terminó bien, pero fue complicado”.

En el rodaje tuvieron que utilizar dos perros similares, uno en Francia y otro en Japón. Alfa Pictures

-La abuela espontánea. “La escena del restaurante hacia el final la rodamos en un auténtico establecimiento típico japonés, era de verdad, así como el personal que hacía la comida. Pero la abuela era una actriz, era muy rara, no hablaba inglés, no entendía nada (o lo hacía ver). Fue muy divertido, yo no pude dirigirla y ella acabó haciendo lo que dio la gana. La joven que interpreta a la secretaria de la protagonista vive en París desde hace siete años, habla muy bien el francés y nos ayudó con los actores japoneses. En esta secuencia, Karin aprovechó el tiempo para ir comiendo y fue probando todos los platos”.

En la escena del restaurante, la actriz que interpretaba a una abuela hizo lo que le dio la gana. Alfa Pictures