Auditorio de Tenerife programa, dentro de su Ciclo de cámara, el concierto Schumann y amigos del Trío Wanderer.

Schumann y amigos

En 1810 nacieron algunos de los mayores genios de la historia de la música, entre ellos Schumann (1810), Mendelssohn (1809) y Liszt (1811), tres maestros del romanticismo que se conocían bien y se admiraban. Y es por tanto este mismo romanticismo el que será el leitmotiv de este programa.

En el Trío op. 63 de Schumann, se revela el rostro oscuro y trágico del compositor. Cromatismos incesantes y apasionados chocan en tumultuosos estallidos. En un extraño pasaje tocado con cuerdas de ponticello, se vislumbra la visión celestial y angelical que anuncia la esquizofrenia que luego invadió a Schumann. Tras el fantástico paseo del Scherzo, el movimiento lento, Langsam, mit inniger Empfindung -de sentimiento íntimo- es una cumbre de la poesía schumaniana que se enlaza con el finale Mit Feuer -con el fuego- cuya fresca exuberancia disipa las brumas y la angustia. de la noche para terminar en un torrente de fuego.

Schumann y Mendelssohn son maestros de la música de cámara, pero no es el caso de Liszt, aunque al final de su vida compuso un conjunto completo de piezas, a menudo breves, para veladas con amigos. Así nacieron algunas pequeñas maravillas, demasiado poco conocidas, como las dos Elegías, el Romance Olvidado, la Góndola lúgubre, die Zelle in Nonnenwerth... Para el trío nos dejó esta magnífica Tristia. En 1870, un alumno de Liszt, Eduard Lassen hizo una transcripción de la famosa pieza para piano La Vallée d'Obermann, tomada del primer libro de los Años de Peregrinación.

No fue hasta mucho más tarde, en 1880, que Liszt se hizo cargo de esta transcripción por su cuenta, reelaborándola por completo, agregando una introducción extraña y casi atonal y finalmente rebautizándola como Tristia. Una oda de Byron y una novela homónima de Sénancour son las dos fuentes de inspiración de Liszt para esta obra: "Vivo, muero sin haber sido comprendido, con un pensamiento que no encuentra voz, conteniéndolo dentro de mí como 'espada en vaina' ", "Qué quiero, quién soy, qué pido a la naturaleza', estas dos frases extraídas respectivamente de la Peregrinación de Childe Harold por Byron y Obermann por Sénancour describen perfectamente la visión y las cuestiones metafísicas que la atraviesan.

“Es el trío por excelencia de nuestro tiempo”, así describió Schumann al Trío op. 49 cuando descubrió la partitura de su amigo Felix Mendelssohn. Lejos de las angustias y tormentos de la noche, aquí todo es joven y límpido, y el ardor, la pasión y la ternura se unen en una perfección formal única.

Al desordenado y virtuoso primer movimiento Molto Allegro agitato le sigue un Andante que presenta una de las frases más bellas de la música romántica, un momento de gracia y pureza. El Scherzo, tan mendelssohniano en su magia y ligereza, nos adentra en el mundo de Sueño de una noche de verano. En cuanto al finale, una ronda campesina frenética, concluye de manera extravagante y animada esta obra maestra del romanticismo alemán.