En 1955 se presentó el LP Bach: Variaciones Goldberg por Glenn Gould. El disco se convirtió rápidamente en un éxito de ventas sin precedentes si tenemos en cuenta las habituales cifras del mercado de la música clásica. El pianista canadiense había desarrollado una técnica particular. Su habilidad con el meñique, entre otras proezas, le permitían interpretar a Bach a enorme velocidad. Johann Sebastian Bach compuso las variaciones para clavicordio. Sin embargo, Gould las popularizó con una sonoridad distinta, la del piano. Las partituras, además, no tienen casi ninguna indicación sobre cómo deben interpretarse, así que lo que oímos al escuchar a Gould es notablemente distinto a lo que escuchó el Conde Kainserling, quien las encargó al compositor alemán en 1741 para que durante sus habituales noches de insomnios las interpretase su músico de Cámara, Johann Gottlieb-Goldberg. En un programa para la televisión norteamericana, en 1950, el famoso compositor y director de orquesta Leonard Berstein junto a un jovencísimo Gould se preguntaba: "¿cómo es posible saber si lo que escuchamos tiene que ver con el modo en que Bach pensó su obra?" Y añade: "¿cómo podemos representar el Otello, de Shakespeare, si en el texto original no aparecen indicaciones?" Bernstein nos pide que confiemos en su interpretación por el profundo conocimiento que tanto él, como Gould tienen de la amplísima obra de Bach, porque sólo así se puede alcanzar la certeza de una correcta ejecución.