La sombra es un fruto madurado a destiempo. Si se lo aprieta, suele soltar el jugo de la luz, pero puede también manchar las manos para siempre. Hay que vivir la sombra como un fruto, pero vivirla desde adentro, como se vive la propia voz. Y hay que salir de ella gota a gota o palabra a palabra, hasta volverse luz sin darse cuenta. El día a día de las persona no es un juego. El día a día de las personas está hecho de algo que sólo empieza con la luz.

Algún día en cualquier parte, en cualquier lugar indefectiblemente te encontrarás a ti mismo, y ésa, sólo ésa, puede ser la más feliz o la más amarga de tus horas. Toda sombra es, al fin y al cabo, hija de la luz y solo quien ha conocido la claridad y las tinieblas, la guerra y la paz, el ascenso y la caída, solo este ha vivido de verdad. La sombra es una ventana al infinito: en sus contornos vemos lo visible; en su negro, lo invisible