BARBARROJA 1965

La última colaboración de Akira Kurosawa con su actor fetiche Toshiro Mifune es un conmovedor drama de época, rodado a lo largo de dos años, y que supone una culminación del discurso humanista desplegado por el maestro japonés a lo largo de toda su filmografía. Mifune ganó la Copa Volpi en el Festival de Venecia y la película fue premiada en el Festival de Valladolid con la Espiga de Oro.

Principios del siglo XIX. El joven doctor Yasumoto regresa a su pueblo después de estudiar en Nagasaki. Pero, para su sorpresa, en lugar de ser nombrado médico del shogun lo destinan a una clínica pública para gente sin recursos, dirigida por un doctor apodado “Barbarroja”.

Dirección:

Akira Kurosawa

Reparto:

Toshirô Mifune, Yûzô Kayama, Tsutomu Yamazaki, Reiko Dan, Miyuki Kuwano, Kyôko Kagawa, Tatsuyoshi Ehara

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Al hablar de Akira Kurosawa uno puede decir tranquilamente eso de “el más grande de todos los tiempos”. Por supuesto, hay otros nombres (Fellini, Murnau, Ford, Hitchcock, Buñuel) pero si lo dices del maestro japonés nadie te puede quitar la razón. Es uno de los más influyentes, más exitosos, más reconocidos, admirados y legendarios autores de la historia del cine. En definitiva, hablamos de alguien sin el que no tendríamos películas (o serían muy distintas) como ‘Star Wars’, ‘Por un puñado de dólares’ o ‘Los vengadores’. Varios Premios Oscar, la Palma o el León de Oro adornan las vitrinas de “El emperador” del cine

Influenciado por la literatura de Shakespeare y Dostoievski, la pintura de Van Gogh y el cine de John Ford, las películas de Kurosawa se caracterizan por un montaje tremendamente ágil (que el mismo realizaba), a través de la filmación multi-cámara de las escenas de acción. También fue pionero en utilizar teleobjetivos para poder colocar las cámara muy lejos de la acción, haciéndolas imperceptibles para los actores y agrupando en el achatado aspecto de la imagen a todos los extras, creando el caos en las escenas de batalla. También tenía muy en cuenta la meteorología de la escena, la lluvia en ‘Rashomon’ o en el final de ‘Los siete samuráis’ son una gran muestra de ello. Solía trabajar con los mismos protagonistas, Takashi Shimura, Tatsuya Nakadai y, sobre todo, el gran Toshiro Mifune, son los rostros más reconocibles de sus películas. Respecto a sus historias, suelen girar en torno a una relación maestro-alumno y enfrentar a los desfavorecidos contra poderosos que abusan de su poder. En cuanto a sus bandas sonaras, entre las que son especialmente recordadas las de 'Yojimbo' y 'Los siete samuráis', solía comenzar con una melodía muy primitiva e ir sumando instrumentos y sonidos conforme avanzaba la película, como si la música se fuese construyendo con el avance del largometraje.

RAFAEL SÁNCHEZ CASADEMONT