¡Y ahora qué te cuentas! Javier González García
Es tan agradable sentir al público. Saber que está ahí, atendiendo. Con sus ojos abiertos, sus bocas detenidas en una sonrisa y sus orejas bueno, sus orejas nada tienen que envidiar a las mejores antenas que pueblan las cimas de nuestros montes.
Pero aún es más agradable cuando ese mismo público toma el relevo y te cuenta una historia, una anécdota, incluso un chiste. Porque entonces son los ojos del narrador los que se abren como platos, su boca la que se convierte en una hamaca y sus orejas bueno, sus orejas fueron contratadas por los servicios secretos de algún país de lo atentas que estaban.
Así que, ¿ahora qué te cuentas?