Decorar el árbol de Navidad en familia es una de las tradiciones que todavía se conservan en muchos hogares cuando llega el mes de diciembre. Una de las fechas más escogidas por los españoles para desempolvar el abeto o pino es durante el puente de la Constitución, aunque los hay que el primer día del último mes del año, e incluso antes, ya se deciden a poner ambiente navideño en su casa para coincidir con el encendido de las calles y plazas. Este elemento también es uno de los reclamos turísticos navideños de las grandes ciudades. Viajar a Madrid, Nueva York o París para ver el árbol iluminado es ya una costumbre para los amantes de la Navidad.

El origen del uso del árbol como elemento característico para decorar en Navidad es incierto, pero hay varias leyendas sobre cómo acabó siendo uno de los objetos más simbólicos de esta festividad. El cristianismo utilizaba una estrategia para acabar con lo que consideraba festividades paganas y era asociar tanto objetos como fechas de otras religiones a celebraciones cristianas. Por lo que, en el siglo VIII, según una de las leyendas más extendidas, un misionero llamado Bonifacio se encontraba en Alemania y taló un árbol consagrado a Thor al que se le ofrecía un sacrificio durante el invierno. El misionero dejó otro árbol a cambio, un abeto, que comenzó a adorarse todos los años como motivo del nacimiento de Jesús siendo decorado con plumas de ganso teñidas de colores. Hay otras leyendas que difieren y ponen su origen a mediados del siglo XV en Estonia. En Tallín, había un árbol en la plaza principal de la localidad y un día una persona comenzó a bailar alrededor del árbol y se unieron más personas que, tras los bailes, acabaron quemando el árbol. El hecho acabó extendiendo la costumbre de iluminar los árboles durante la Navidad. Otra corriente afirma que la tradición ha surgido con Martín Lutero en Alemania en el año 1530. Esta teoría dice que Lutero, mientras caminaba por el bosque, se encantó con un pino cubierto de nieve que brillaba bajo las estrellas. Al llegar a casa, buscó reproducir su visión para su familia, usando ramas de pino, algodón para simular la nieve y velas para emular el efecto de las estrellas.

A España, la costumbre de decorar el árbol de Navidad no llegó hasta el siglo XIX. La primera persona que decoró un abeto en el país fue una mujer de origen ruso. Se llamaba Sofía Troubetzkoy, viuda de un hermanastro de Napoleón. El árbol se instaló en el Palacio de Alcañices de Madrid, sede del actual Banco de España, propiedad del aristócrata español José Osorio, con el que la princesa rusa se casó en 1869.