En el PSC no esconden que la polémica consulta en la Pobla de Segur (Lérida) para cambiar el nombre de Josep Borrell de una calle para rebautizarla como Paseo 1 de Octubre ha escocido. Hasta tal punto, que la respuesta del partido tan solo tres semanas después ha sido por todo lo alto con una iniciativa, la de otorgarle un premio de nueva creación, que ha servido para rendir tributo a la trayectoria del Alto representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad. No en vano el líder de los socialistas catalanes, Salvador Illa, lo ha definido como "el catalán más influyente del mundo".

Lo ha hecho en un auditorio que lo ha defendido "con orgullo" en el que también estaba la presidenta del PSOE, Cristina Narbona, y en el que Borrell ha recogido el galardón "a los valores europeos" visiblemente emocionado tras el repaso de sus orígenes como hijo de panaderos que se pagó los estudios a base de becas, de su pasado como ministro de Felipe González y presidente de la Unión Europea y de su presente liderando la política exterior y de defensa europea ante la guerra en Ucrania.

Borrell ha querido -y así lo ha advertido- entonar un discurso con la consciencia de estar, a sus 75 años, "en la cresta de la montaña" vital y con vocación de sacudir conceptualmente a las filas socialistas. Tras definir el PSC como la "gran argamasa" para que la sociedad catalana "no se haya roto en pedazos", una velada referencia al 'procés' que tanto ha criticado en los últimos años levantando ampollas entre el independentismo, ha defendido que aquello que "se hace en casa vale más que todo un discurso diplomático que se haga fuera".

Una manera de transmitir que la defensa de los valores europeos debe empezar por la política municipal. Ha dicho, incluso, que cree que su labor como concejal de Majadahona entre 1979 y 1983 era "más importante" que la que lleva a cabo ahora. Al alcaldable Jaume Collboni se ha dirigido específicamente para encargarle que el reto en Barcelona es reducir una desigualdad que se traduce en una diferencia de 12 años de esperanza de vida entre los barrios más ricos y los más pobres o en ocho veces más grande la probabilidad de fracasar escolarmente.

El también vicepresidente de la UE ha hecho referencia al papel creciente del concepto de "identidades", en plural, y de los gobiernos de coalición y, por tanto, de la capacidad de dialogar y de pactar con quien piensa distinto. "Las identidades son como una cebolla, tienen muchas capas. Europa ha sido un crisol donde la gente se ha mezclado construyendo una identidad que no excluye a las otras", ha sostenido.

No ha hecho referencia explícita en este caso al independentismo, pero ha sostenido que es en la combinación de poderse identificar al mismo tiempo como "catalán, español y europeo" lo que convierte Europa en un "gigantesco imán" en el que en estos momentos pretenden entrar nueve países más tras la guerra que ha provocado Rusia en Ucrania. "Esta guerra marcará el siglo y ha servido para poner de relieve qué es Europa y sus valores", ha afirmado.

Ha estado "donde tenía que estar"

Illa ha subrayado durante la entrega del premio que Borrell ha sabido siempre "estar donde tenía que estar los que defienden valores democráticos", tanto en los momentos álgidos del 'procés' como en los "momentos convulsos" vividos en el PSOE, cuando apostó desde el primer momento por Pedro Sánchez frente a los barones del partido que lo defenestraron en 2016 de la secretaría general.

De su tarea como líder de la política exterior y de defensa europea, ha destacado su capacidad para "romper tabús" impulsando la asistencia militar a Ucrania, las sanciones sin precedentes a una potencia como Rusia, la política de acogida de miles de refugiados ucranianos, la desconexión en menos de un año de las energías fósiles rusas y la reactivación del proyecto de ampliación de la Unión Europea.