Movilización a favor de Palestina
Sin agentes suficientes, sin vallas adecuadas y con varios tumultos a la vez: así venció la protesta contra Israel al dispositivo de seguridad de la Vuelta
Chequeo a la seguridad de la etapa final: los medios, el número y la contundencia centran la riña de políticos y policías

Un manifestante propalestino, sobre las vallas del recorrido de la Vuelta en el Paseo del Prado de Madrid. / Daniel González EFE

"¿Qué teníamos que haber hecho? ¿Liarnos en una batalla campal en la Castellana? Y si lo hacemos ¿habrían podido llegar los ciclistas a la meta?". Un directivo policial, conocedor del dispositivo de seguridad de la última etapa de la Vuelta, responde así al cabo de una jornada plagada de críticas técnicas, denuncias de sindicatos policiales, ruido en las redes sociales y reproches políticos -más de los estos últimos que de las primeras- tras el hito histórico de este domingo: por primera vez, en su 80ª terminación en Madrid, la principal prueba ciclista española se quedó sin concluir a causa de unas protestas callejeras.
Desde la pasada noche menudean en canales privados de policías las críticas al dispositivo diseñado por Interior para las dos etapas finales de la Vuelta Ciclista a España, ambas en la Comunidad de Madrid y ambas con movilizaciones contra Israel. La polémica, tan intensa, incluso comenzó mucho antes de los sucesos, cuando la Delegación del Gobierno en Madrid describió el dispositivo: 1.400 agentes, dos terceras partes de ellos policías y un tercio de guardias civiles, en el mayor despliegue policial visto en la ciudad desde la cumbre de la OTAN de 2022.
Y eso, el tamaño del dispositivo, es uno de los motivos de crítica interna. Otro, la efectividad y suficiencia de los medios. El tercero es más político, y sirve de base para los reproches de distintas figuras del Partido Popular: la proporcionalidad de las actuaciones y el respaldo institucional con que contaron.
La protesta a favor de Palestina venció al despliegue de seguridad de la Vuelta, y estas son las claves.

Choque entre manifestantes y policías este doMingo en Atocha (Madrid). / Jesús Hellín EUROPA PRESS
Se ha repetido a lo largo del fin de semana que Madrid no conocía una presencia policial tan nutrida desde la cumbre de la OTAN de 2022, pero hay considerables diferencias de tamaño entre un despliegue policial y otro. Las fuentes más críticas se centran en los números: para un evento deportivo multitudinario, ha sido una fuerza escasa. Las fuentes más oficiales contestan el argumento: no se pueden comparar los despliegues y su tamaño si son para acontecimientos diferentes.
Cuestión de datos, pero también de contexto:
- El despliegue policial de mayor tamaño que ha conocido Madrid en los últimos 30 años absorbió a la cuarta parte de todos los efectivos del Cuerpo Nacional de Policía de España. Fue el 22 de mayo de 2004, día de la boda de los hoy reyes Felipe y Letizia, custodiada por 23.000 agentes, con especial incidencia en el recorrido por la Gran Vía y en las entrada y salida de la catedral de la Almudena. Hubo también trabajo de filtrado en las fronteras, con una suspensión temporal del Tratado de Schengen. Un detalle no menor en el marco temporal: dos meses y medio antes había tenido lugar el ataque yihadista del 11-M. Y otra clave: a la boda acudían 1.200 invitados, incluidos miembros de casas reales y jefes de Estado.
- Durante la cumbre de la OTAN, en junio de 2022, Interior desplegó 9.000 agentes de la Policía Nacional y la Guardia Civil, y se contó además con 3.500 agentes de diversas policías locales, especialistas del CNI y de los ejércitos. En la Operación Eirene participaron además efectivos encargados de la ciberseguridad. Clave 1 del acontecimiento: acudieron dirigentes políticos de los 32 países miembros, incluido el presidente norteamericano Joe Biden -con su propio dispositivo de seguridad-, más Ucrania, más países amigos de la Alianza. Clave 2: la acción se centraba en el recinto ferial IFEMA de Madrid, las cenas oficiales de bienvenida y despedida en el Palacio de Santa Cruz y el museo del Prado y los trayectos entre IFEMA y una red más o menos confidencial de hoteles.
- Durante la visita del Papa Benedicto XVI a Valencia, en julio de 2006, Interior desplegó 8.000 efectivos. El dispositivo de seguridad tuvo tres objetivos: por un lado, asegurar la celebración del V Encuentro Mundial de las Familias, con una prevención antiterrorista mucho antes de hacerse pública la convocatoria. Por otro, filtrar y evaluar un elevado número de voluntarios movilizados por la Iglesia: 9.000 personas. En tercer lugar, el momento más delicado: el trayecto del Papa el 8 de julio entre el aeropuerto de Valencia, la catedral -con rezo del Ángelus en la plaza de la Virgen- y la Ciudad de las Artes y las Ciencias. En total, 19 kilómetros; cinco veces menos que el recorrido de la última etapa de la Vuelta.
La discusión sobre si el número de agentes desplegados por Interior ha sido suficiente esta vez lleva camino de no resolverse jamás. "Teniendo en cuenta toda el área de actuación, es evidente que no había efectivos suficientes y nos dejaron vendidos", dice un miembro no de base de las Unidades de Intervención Policial (UIP, los antidisturbios) que ha hablado este lunes con varios compañeros heridos. Suscribía esa misma opinión un duro comunicado del Sindicato Unificado de Policía.
Un ejecutivo de la Dirección General de Policía lo niega: "Hay que tener en cuenta las características del acto. Ni con 10.000 policías que metas puedes evitar que haya un enfrentamiento en la calle y eso, al fin y al cabo, suponga la interrupción del recorrido".

Un grupo de antidisturibios de la Policía Nacional, en el Paseo del Prado de Madrid este domingo. / Daniel González EFE.JPG
¿Se puede blindar con efectivos de policía un recorrido de 103,6 kilómetros de unos 30 metros de ancho, en una parte urbano y en otra discurriendo por carreteras? ¿Y se puede encapsular ese recorrido permitiendo a la vez que 50.000 espectadores puedan ver in situ el acontecimiento? Esta pregunta está en el corazón de la polémica.
"Es inviable blindar un recorrido tan largo; tan inviable como colocar un policía por cada manifestante. Es que eso nunca se planteó", indica uno de los directivos de consultados. Sobre lo que se planteó y no se planteó, o no se aceptó por parte de la dirección de la Vuelta reina también un silencio. Los responsables del operativo tenían previsto un recorrido alternativo, y un lugar de meta y podios distintos, aseguran fuentes policiales de toda solvencia, pero no se planteó el cambio porque este no se habría discutido lo suficiente, según estas fuentes, ni se vio el momento de tomar una decisión al respecto.
Ya en Madrid, el recorrido estaba guarnecido con vallas... "publicitarias", dice un policía conocedor del dispositivo. O sea, no como las vallas metálicas gruesas que la UIP coloca como línea de contención ante el avance de una multitud, trabadas entre sí en triángulos, con varias bridas de fibra atando cada ángulo. La defensa en este caso era muy endeble.
Algunos antidisturbios de la Policía han lamentado esta mañana que en puntos del despliegue -inicialmente en el más delicado, que fue Atocha- se les colocó sin escudo y defensas en las piernas. Pero esa decisión es operativa, depende del jefe de cada subgrupo operativo. "No se puede ir con todo el equipo desde el principio ante el manifestante, porque lo violentas", dice la fuente mencionada. Es el jefe de cada unidad repartida por el terreno el que dicta a los agentes el momento de calarse el casco, el de sacar las porras, escudos y escopetas, el de cargar...
En la acción policial de este domingo en Madrid se emplearon botes de gas lacrimógeno y también pelotas de goma, confirman fuentes de Interior. Esos medios de "contención de masas" estuvieron entre los medios desplegados, pero no se utilizaron con profusión: "Por favor, había familias corriendo", responde el testigo policial más directo de todos los consultados.

Los sindicatos policiales acusan a Pedro Sánchez de alentar la algarada que dejó sin final a la Vuelta. / JJ Guillén EFE
¿Cuál era realmente el objetivo del dispositivo de seguridad? Cuando la Delegación del Gobierno -o sea, Interior- en Madrid presentó el dispositivo, el pasado día 10, antes había hablado el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska de un compromiso de garantizar el derecho de manifestación y a la vez el derecho a disfrutar de la prueba deportiva. Los sindicatos policiales han lamentado esa postura, hasta el punto de pedir su dimisión. Nadia Pajarón, portavoz del Sindicato Unificado de Policía (SUP) denuncia "un desamparo institucional intolerable: nuestros compañeros han estado expuestos, sin respaldo y sin medios suficientes". Además, ha acusado al presidente del Gobierno de "dar alas a las protestas, pública y oficialmente".
"Aquí no hay consignas que valgan. La decisión operativa corresponde al jefe sobre el terreno, y si te pasas, afrontas consecuencias judiciales", explica un veterano de la Policía. Los niños que se han visto corriendo en medio tumultos en las imágenes de televisión "dan idea de que había que actuar con proporcionalidad", añade una de las fuentes consultadas.
Hay unas siglas, COP, que marcan la actuación de un antidisturbios. La palabra es "poli" en inglés, pero sus letras representan la coherencia, oportunidad y proporcionalidad. "Si la Vuelta ya estaba interrumpida... ¿Teníamos que seguir dando palos en la Gran Vía? ¿Para qué?", pregunta el directivo policial.
El planteamiento del Gobierno de España era doble: por un lado, proteger a los corredores, y al público, y el desarrollo de la carrera; por otro, proteger el afán de los manifestantes a expresar su repudio por el genocidio en Gaza. A los jefes de la UIP -han estado todos el domingo- se les presentaba el dilema de lograr una cuadratura del círculo, dado que uno de los colectivos tenía como objetivo impedir el derecho del otro.
La misma dicotomía tenía enfrente un cargo recién llegado: Francisco López Gordo, nombrado el pasado 5 de septiembre comisario general de Seguridad Ciudadana. Pero eso eran preocupaciones previas. Sobre el terreno, a la cúpula del dispositivo se le presentaron los hechos consumados. Los corredores no consiguieron llegar a las inmediaciones del Palacio Real, en la Cuesta de la Vega, porque varios altercados se dieron a la vez recorrido adelante. Los principales puntos de choque fueron Cibeles, la Gran Vía y Atocha. Con la UIP enfrentándose con los manifestantes, ya no podía seguir la carrera.
Más allá de si al Gobierno le ha gustado cómo ha acabado la 80.ª edición de la Vuelta, queda en el terreno de la especulación si se quisieron evitar fotos como las del 1-O en Catalunya en un acontecimiento que, al fin y al cabo, el año pasado tuvo siete millones de telespectadores solo en la etapa final y solo en España.
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