El rearme español
La Armada inicia un estudio de viabilidad para encargarle un portaviones a Navantia
El S-82 Narcís Monturiol, segundo submarino de fabricación enteramente española, tiene prevista su puesta en agua el 21 de julio

Un caza harrier en la cubierta del Juan Carlos I / Armada

La Armada planea volver a contar en el futuro con un portaviones con capacidad para medio centenar de cazas, con el que aumentar la "disuasión creíble" que se busca en su plan 2050. Para ello, esta rama de las Fuerzas Armadas ha iniciado con Navantia la fase de estudio de viabilidad para que el astillero público le construya y venda un portaviones de última generación, confirman fuentes de Defensa conocedoras del proceso.
Desde este momento, son diez años de desarrollo si finalmente se lleva a cabo el proyecto. La Armada busca contar con una gran unidad naval para proyección pura de poder aéreo, capacidad que en parte perdió al llegar al momento de su baja el portaviones Príncipe de Asturias, el 13 de diciembre de 2023, y que actualmente descansa en el barco de asalto anfibio y multipropósito Juan Carlos I, el buque insignia de la Flota, que es también portaaeronaves.
En esta ocasión se busca un portaviones en toda su definición, o sea, no solo apto para los cazas de despegue vertical, sino uno con pista larga y gancho de aterrizaje, capaz de recibir la llegada de cazas convencionales. Con ello, la Armada trata de eludir el papel de cliente cautivo de un solo modelo de caza, el F-35 norteamericano en su configuración VSTOL, la que le confiere la capacidad de iniciar el vuelo en vertical, y que es el único tipo de avión que ahora podría proyectar la marina de guerra española.
Opción preferida
El portaviones en el que piensa la Armada se uniría al actual LHD Juan Carlos I, y a hasta otros dos futuros LHD, en la categoría de buques con fuerza aérea a bordo. Con las siglas LHD se conoce a los buques que pueden llevar helicópteros... y cazas solo de despegue vertical. El LHD actual buque insignia que ahora tiene la Armada es la unidad naval más grande de las Fuerzas Armadas, que puede proyectar lanchas de desembarco, vehículos y material a tierra, además de desplegar tropas en tierra también con sus helicópteros.
Actualmente, la Armada tiene un dilema con su capacidad de ala embarcada. La escuadrilla de 12 cazas Harrier de despegue vertical de la Armada está ya al límite de su vida útil tras 40 años de servicio, entrando en la edad en la que no hay ya a disposición repuestos ni se puede asegurar plenamente su efectividad en operaciones de alta intensidad. De ahí que en Defensa esté abierto el debate sobre qué aviones llevar a bordo de los buques principales.
El F-35 B, el caza más moderno que opera en Occidente, con capacidad furtiva y apto para portar bombas nucleares, es la única opción del mercado en despegue vertical, también la preferida por el secretario general de la OTAN, Mark Rutte, que se congratulaba en Londres el pasado 9 de junio, en una conversación con periodistas en la Chatham House, de que los aliados iban a comprar 700 de cazas F-35.
El F-35, que fabrica Lokheed Martin, es de momento la única opción que se le presenta a la Armada para sustituir a sus Harrier... hasta que ha decidido abrirse a ampliar la flota con un portaviones. En ese caso, el catálogo de cazas se amplía decisivamente, incluyendo también al F-35C, de despegue convencional con catapulta y aterrizaje con ayuda de gancho, que es el que embarcan los grandes portaviones norteamericanos. En la Armada es una opción valorada por una cuestión de poder armado: los aviones de despegue vertical, por el esfuerzo que implica su salida, no pueden llevar tanta carga de armamento como los convencionales.
Naves de ataque
El estudio preliminar para encargar un portaviones contempla un buque con espacio para 50 cazas, algo menor que los portaviones norteamericanos Nimitz y Carl Vinson, que han intervenido en el bombardeo el pasado domingo de instalaciones nucleares en Irán. Cada uno de esos portaviones de la US Navy puede llevar hasta 90 aviones.
En la Armada se piensa, antes que nada, en una nueva escuadrilla aeronaval de 12 aviones, ya sean F-35C, o B, u otros cazas, ampliable hasta 18 en una primera fase.
El proyecto del portaviones podría implicar el encargo de otros buques, pues ese tipo de grandes barcos de guerra navega siempre con la protección de un grupo de ataque. Eso podría explicar la ambición estratégica en la Armada de ampliar su número de submarinos hasta cuatro, seis en un futuro posterior, dentro de sus planes de aumentar su capacidad expedicionaria y orientar sus estructuras al combate. El submarino S-82 Narcís Monturiol está en una fase avanzada de construcción, y se prevé su puesta en agua el próximo 21 de julio.
Al tiempo que se proyecta la adquisición de un portaviones, en la Armada se piensa también en la dotación de drones para las unidades navales. Mientras se espera a la incorporación del SIRTAP que fabrica Airbus para Defensa, y que ya está en pruebas, se evalúa la posibilidad de adquirir a la firma turca Baykar un número no determinado de drones de la serie Bayrakar, en una versión naval , como armas para lucha antisubmarina y ataque mar-mar y mar-tierra.
Los Bayraktar fueron decisivos en una primera fase de la actual guerra de Ucrania.
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