El auge de la crispación política
El PSOE enmarca los ataques a Pilar Alegría en una estrategia de "acoso y derribo" de la derecha: los testimonios de las víctimas
Cuatro diputados explican la catarata de insultos y agresiones, similares a los sufridos por la ministra de Educación, que han recibido en los últimos tiempos por ser socialistas

La portavoz del Gobierno y ministra de Educación, Pilar Alegría, el pasado 26 de febrero en el Congreso. / JOSÉ LUIS ROCA
Los ataques denunciados por Pilar Alegría no suponen, según el PSOE, un caso aislado. La portavoz del Gobierno, ministra de Educación y líder de los socialistas en Aragón explicó el domingo que llevaba “48 horas” siendo víctima de un “machismo insultante e intolerable”, con insultos como “puta, zorra y comepollas”, después de que trascendiera que se había alojado en el Parador de Teruel la misma noche de 2020 en la que José Luis Ábalos celebró supuestamente allí, según varios medios, una fiesta con prostitutas, algo que al Ejecutivo no le consta. Para el PSOE, lo ocurrido supone un paso más en una estrategia de “acoso y derribo” por parte de la derecha y la extrema derecha, que comenzó con las manifestaciones, en ocasiones violentas, frente a la sede del partido en la madrileña calle de Ferraz y que desde entonces no ha remitido. Sobre todo, en las redes sociales y contra las mujeres socialistas. Pero no solo.
“Sé lo que hay aquí y quiénes están detrás de todo esto”, señaló Alegría, ligando los mensajes de odio a su condición de “alternativa clara a Jorge Azcón”, el actual presidente aragonés. El PP ha condenado los insultos a la ministra, pero ha puesto el foco, como hizo Alberto Núñez Feijóo este lunes, en la tardanza a la hora de dar explicaciones sobre su pernocta en el parador turolense. “Feijóo siempre poniéndose de perfil. Siempre. Hoy condena, pero vuelve a pedir explicaciones a la ministra, alimentando así la miseria”, señalan fuentes de la dirección socialista.
Desde que comenzó esta convulsa legislatura, el PSOE ha documentado en un mapa de España los ataques a las sedes del partido o sus dirigentes. De las 50 provincias, solo se salvan cuatro (Soria, Tarragona, Lleida y Girona), con especial virulencia en Madrid y Alicante. En este reportaje, cuatro diputados socialistas cuentan las agresiones, físicas y verbales, virtuales y en persona, que han sufrido en los últimos tiempos por apoyar al Gobierno, votar a favor de la ley de amnistía o, simplemente, por ser mujer y de izquierdas.
“Las mujeres de izquierdas somos las principales enemigas en las redes sociales. Cada vez que publico algo, me llaman ‘zorra’, ‘puta’, ‘gorda’ o ‘calva’. Yo soy hija de un maltratador, que maltrataba a mi madre, a mis hermanas y a mí. Utilizaba una estrategia similar de cosificación y negación. Pero esto también me recuerda a los años de ETA. En ese sentido, son tácticas similares a las que empleaban quienes apoyaban y justificaban los comandos: el insulto al diferente, la socialización del sufrimiento, la banalización del mal”, señala esta diputada del PSOE por Gipuzkoa, que ha vivido con escolta y bajo amenaza de la banda terrorista buena parte de su vida política.
“Nada es casual. Hay mucho dinero destinado a las campañas anónimas de acoso, que están muy bien organizadas por parte de la ultraderecha. Son unos cobardes. Y la impunidad es total. No te da tiempo a bloquear y a presentar tanta denuncia. Creo que los poderes públicos no hacen lo suficiente. Y el PP, en lugar de verlo desde la corresponsabilidad, como cuando acabamos con ETA, lo ve desde la complicidad. Alguna vez pasará algo muy gordo y ellos también serán los responsables”, argumenta.
“Como portavoz del PSOE en la Comisión de Interior del Congreso, llevo sufriendo amenazas desde la legislatura pasada por parte de ciertos sectores, ligados a la derecha y la extrema derecha, de los funcionarios de prisiones, la Policía y la Guardia Civil. Está todo planeado, con nutridos grupos de Whatsapp donde se dan instrucciones sobre lo que me tienen que decir, cómo y cuándo. En un día, podía haber 1.000 menciones en Twitter [la red social ahora llamada X] repletas de insultos. Al final, la Policía me recomendó que abandonara las redes sociales”, explica Serrada, diputado por Salamanca.
“El segundo pico fue con la ley de amnistía. En Salamanca, comenzaron a aparecer pegatinas con mi nombre en las farolas. ‘David Serrada, traidor’, decían. Por esos días, un hombre me paró en la calle, me escupió y me llamó ‘hijo de puta’. La Policía tuvo que poner medidas de contravigilancia. Nuestra sede del partido ha sido vandalizada en 13 ocasiones. Muchos de los ataques vienen de organizaciones como Revuelta, la rama juvenil de Vox, pero el PP también juega un papel fundamental. Hicieron vídeos de cada uno de los diputados socialistas el día en que se votó la amnistía. Sabían lo que estaban haciendo. Ellos apuntaban y otros disparaban”, concluye.
“Nunca pensé que algo así pudiera pasar. Las amenazas comenzaron el día de la investidura de Pedro Sánchez. Antes, el PP se había manifestado en el centro de Teruel señalándome directamente, con carteles que ponían ‘Herminio, vota no’. En nuestro hostal, donde nos alojábamos varios diputados socialistas, habían puesto escolta, por lo que pudiera pasar. Ese día fui a primera hora con varios compañeros a desayunar a una cafetería cercana al Congreso. En la puerta del bar estaban esperando varias personas con imagen ‘cayetana’: chaleco y barba similar a la de Santiago Abascal. Sabían que tenía tres hijos, sabían el nombre de mi madre y el de mi mujer. Empezaron a increparnos y a insultarnos, hasta que llegó la Policía. En la calle, nos lanzaron tazas, huevos y escupitajos. Me agredieron para intentar que no llegase a la votación. La Policía me pidió que cambiara de hostal y de coche, por si acaso. Así que le pedí el coche a mi hija y dejé el mío en el pueblo”, explica este diputado socialista por Teruel.
“Después empezaron a llegar anónimos en el buzón de mi casa, en Mezquita de Jarque, que decían cosas como ‘te vamos a reventar’, ‘sabemos dónde estás’ o ‘nos encontraremos’. Buscaban meterme miedo, que mi familia me dijera que lo tenía que dejar. Mi madre lloraba, mi mujer también lo pasó fatal. Pero me pidieron que siguiera. Todo esto, igual que lo que le ha pasado a Pilar [Alegría] forma parte de un plan más amplio de la derecha para derrocar a Sánchez como sea. Lo tengo tan claro como que me llamo Herminio”, concluye.
“Yo no tengo mucha presencia en las redes sociales. Pero cada vez que publico o retuiteo algo, recibo insultos similares a los que ha recibido Pilar Alegría. Cuando tomé posesión de mi acta como diputada, por ejemplo, hicieron memes con mi cara. ‘Una nueva Charo [el insulto de la extrema derecha a las mujeres feministas y progresistas] en el Congreso’, decían. Me lo enseñaron mis hijos y me eché a reír. Pero poco después, cuando salía del Parlamento, un chavalín que iba con una chica empezó a gritar. ‘¡Mira, una Charo en el Congreso!’, no paraba de decir. Llevo más de 40 años trabajando como médica, he luchado contra el franquismo, y cuando veo todo esto pienso: ‘Qué pena de gente joven”, explica esta diputada por Madrid.
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