Congreso republicano
ERC apuntala una estrategia independentista a largo plazo sin menciones a la vía unilateral
El partido aprueba un plan que se fija como objetivo recuperar una "mayoría social" para la independencia en 2031

El líder de ERC, Oriol Junqueras, y la secretaria general, Elisenda Alamany, en el congreso de ERC. / / Marc Asensio Clupés
Quim Bertomeu | Júlia Regué
ERC ha cerrado este domingo su congreso aprobando el último de los tres documentos estratégicos que tenían que debatirse en el cónclave: un plan para intentar recuperar el pulso del movimiento independentista, debilitado tras el declive del 'procés', las luchas intestinas y la llegada de Salvador Illa al frente de la Generalitat. La propuesta del partido de Oriol Junqueras pasa por fijarse de horizonte el año 2031 para volver a tener una "mayoría social sólida y estable" a favor de la independencia tanto las instituciones como en la calle. ¿Cómo intentar después lograr la independencia? No da pistas. El documento ha recibido un apoyo muy amplio de entre los militantes: 92,29% a favor (545 votos); 3,67% en contra (20) y 4,04% en blanco (22).
De esta forma ERC refuerza el viraje que hizo a partir de 2018, cuando abandonó su defensa de la vía unilateral hacia la independencia para adoptar un independentismo gradualista más partidario de un referéndum pactado que de posiciones maximalistas. En definitiva, lo que vuelven a adoptar los republicanos en su congreso es una estrategia independentista a largo plazo que pone más el foco en ganar adeptos al movimiento, que no en fórmulas concretas sobre cómo intentar separarse del Estado. Además, apuesta por "reducir la presencia del Estado" en Cataluña, es decir, ganar en cuotas de autogobierno.
La hoja de ruta vuelve a obviar cualquier mención explícita a la vía unilateral y se limita a considerar que no hay que descartar "ninguna vía democrática". Desde la dirección de ERC defienden que se trata de una propuesta realista que es lo que, a su juicio, necesita ahora el partido. "Primero tenemos que recuperar la mayoría y después ya nos podremos plantear objetivos más ambiciosos", concluyen desde la dirección.
La propia secretaria general del partido, Elisenda Alamany, ha admitido en una intervención ante los militantes que Catalunya "no está preparada para dar el salto definitivo", es decir, la independencia. "Estamos en un momento de debilidad", ha añadido. Sin embargo, ha intentado dar también un mensaje de optimismo asegurando que, si ERC hace un diagnóstico tan crudo, es para recuperar el aliento y volver a activarse: "Vendrán tiempos mejores". "Este país quiere ganar y se merece ganar", ha concluido.
Revisión crítica
El plan aprobado por ERC también incluye una revisión crítica del otoño de 2017, el momento álgido del procés. Se defiende el referéndum del 1-O, pero se admite que en otoño de 2017 se cometieron "errores" que, en la práctica, hicieron fracasar ese embate. La conclusión a la que llega el documento es que ahora se tiene que plantear un "proceso creíble y transitable" que, esta vez sí, dé más garantías de éxito al movimiento.
El texto reconoce que, tras la pérdida de una mayoría independentista en el Parlament, hay que aplicar un "principio de realidad" y afrontar este "cambio de etapa". El documento quiere ser un intento de insuflar fuerza al movimiento en contra de la política de "brazos caídos" que se ha dado en los últimos años, con un independentismo desmoralizado por un contexto político adverso.
Rechazo de la 'enmienda Tardà'
El documento ha llegado a la votación final con una enmienda 'viva', es decir, con la posibilidad de introducir modificaciones de última hora. Era una enmienda promovida por el exdiputado en el Congreso, Joan Tardà, que quería que ERC dejara de considerarse un partido exclusivamente independentista para convertirse en el partido que "agrupa independentistas y soberanistas". Para el exdiputado era una fórmula para que la formación se abriera a nuevos votantes más allá de su perímetro político habitual que es el independentismo.
La enmienda contaba con el rechazo de la dirección, que consideraba que, si se aprobaba, podría desdibujar el perfil de ERC. El partido republicano, bajo la batuta de Junqueras, ya hace años que está intentando captar a votantes no independentistas, pero no quería dejarlo por escrito porque temía una polémica contraproducente de última hora. Finalmente, la propuesta de Tardà ha sido tumbada por los militantes con 311 votos en contra, 48 en blanco y unos insuficientes 196 a favor.
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