Crisis en transportes

No sólo fueron los trenes: la ministra destituyó a Pardo de Vera porque había acumulado mucho poder

En la decisión de prescindir la número dos de Transportes, porque era la responsable de Adif cuando se firmó el contrato de los trenes a Asturias y Cantabria, ha influido también que en el Ministerio se había instalado la impresión de que mandaba ella

La ministra de Transportes, Raquel Jiménez, con la secretaria de Estado, Isabel Pardo de Vera, con Alfonso Fernández Mañueco y Alberto Núñez Feijóo.

La ministra de Transportes, Raquel Jiménez, con la secretaria de Estado, Isabel Pardo de Vera, con Alfonso Fernández Mañueco y Alberto Núñez Feijóo. / EFE

Marisol Hernández

El intento de cercenar la crisis abierta por el contrato erróneo de los trenes a Asturias y Cantabria no ha sido el único motivo, ni probablemente el más relevante, para la destitución de la secretaria de Estado de Transportes, Isabel Pardo de Vera. En una solución considerada salomónica la ministra resolvió su cese y el del presidente de Renfe, Isaías Táboas, porque en ese momento era la presidenta de Adif.

Pero en el caso de Pardo de Vera ha influido también su creciente poder en el Ministerio hasta el punto de que se había instaurado la idea de que quien mandaba era ella. Esto ha sido tan trascendental en su caída como la exigencia de los presidentes de Cantabria y Asturias, Miguel Ángel Revilla y Adrían Barbón, de que se depurasen responsabilidades o los nervios en Moncloa para que se les ofreciera dimisiones, que pudieran frenar su descontento a tres meses de las elecciones autonómicas y municipales.

No era el plan inicial de la ministra, Raquel Sánchez, pero en las últimas semanas ha ido cristalizando que la número dos iba demasiado por libre y que había cogido "demasiada fuerza". Aunque la relación entre las dos era buena, según fuentes del Ministerio, Pardo de Vera "sabía que era competente" y "aspiraba a ministra". Tenía prácticamente una "agenda paralela", pretendía tener interlocución con el resto de ministros y era la persona a quien se dirigían los presidentes autonómicas y las constructoras. Y, aunque no faltan halagos a su desempeño, a su interés por buscar soluciones a los problemas en un Ministerio que se mueve al ritmo de la Edad de Piedra, la bicefalia que se había instalado en el Paseo de la Castellana ha acabado con ella.

Hasta se le atribuye que resolvía sin consultar sobre ceses y nombramientos, aunque desde Transportes se replica que siempre se trataron de decisiones "consensuadas", y se le reprocha falta de sentido político en sus actuaciones. Algo que ha resultado fatídico en año electoral. Pero, precisamente, esta ausencia de olfato político ha sido el argumento que dentro del Ministerio se ha esgrimido para su relevo.

La ministra se ha sentido blindada porque desconocía el fallo del primer pliego de condiciones para la construcción de 31 trenes de cercanías para Cantabria y Asturias, que contenía medidas erróneas y que, de haberse construido, no habrían cabido por los túneles más antiguos. Lo supo por los medios de comunicación, señalan fuentes del Gobierno. "Las personas que lo tenían que comunicar no lo han dimensionado bien". Una reflexión que señala directamente a Pardo de Vera y que se considera suficiente para el cese, en medio, por supuesto, del tira y afloja con Revilla y Barbón.

La secretaria de Estado, apuntan otras fuentes, siempre ha mantenido "que la pifia era de Renfe no de Adif". Por eso cuando Sánchez trató de ofrecer una primera solución con dos ceses menores, mientras se elaboraba una auditoría interna sobre la actuación de Renfe y Adif que aún no está concluida, esta idea tampoco gustó a la número dos porque, justificó, afectaba a unos de sus antiguos subordinados.

"Te tengo que cesar"

Sólo dos semanas después, la destitución fue la suya. El lunes por la mañana, con Pardo de Vera de vacaciones en Canarias, la ministra la llamó por teléfono para transmitirle su destitución. "Te tengo que cesar", le dijo. Tanto el modo de hacerlo, a distancia, como su enunciado, denotan que la paciencia se había agotado en Moncloa y que la crisis se había alargado demasiado. Pero pese a que algunas fuentes sostienen que para la ministra no ha sido fácil porque la secretaria de Estado es "una excelente técnica que ha hecho cosas muy bien", también se destaca que en el Ministerio priman criterios "técnicos" pero estos también obedecen a "criterios políticos".

Raquel Sánchez zanja así un importante conflicto, pero no lo hace sin coste. Porque ha quedado demasiado de manifiesto el escaso control de su departamento. "No está nunca en el despacho" y se ha puesto de manifiesto que tiene un "problema de autoridad" porque se le ocultaron los fallos del primer contrato, indican fuentes conocedoras. Por eso la bicefalia no podía permanecer mucho más tiempo.