Consecuencias de la crisis de Castilla y León

Vox se replantea su estrategia electoral ante la nula interlocución con Feijóo

Perplejidad en la dirección nacional de Vox ante el rechazo tan explícito de Feijóo y la negativa a tender puentes: "En mayo nos van a necesitar. No entendemos esta actitud"

Santiago Abascal e Iván Espinosa de los Monteros.

Santiago Abascal e Iván Espinosa de los Monteros. / Jesús Hellín

Paloma Esteban

La crisis de Castilla y León a cuenta del aborto también ha dejado rasguños dentro de Vox. La sensación en la dirección de Santiago Abascal con respecto a su socio de Gobierno es de empate. “No hemos ganado pero tampoco hemos perdido. Y el PP no ha sabido gestionarlo”, resume un dirigente de peso. Al final Vox tuvo que asumir el planteamiento del presidente de la Junta, Alfonso Fernández Mañueco. No habrá un protocolo actualizado para las mujeres embarazadas en general, ni para las que decidan interrumpir su embarazo en particular.

Pero en Vox la postura sigue siendo la misma. Evitan reproches a Juan García-Gallardo, vicepresidente y quien desató la tormenta con su rueda de prensa. En el partido ultra están convencidos de que “la presión mediática” fue lo que causó un problema, a sus ojos, “inexistente”. Si el PP insiste en que en el consejo de gobierno las medidas para fomentar la natalidad no se abordaron en los términos que Gallardo expuso a los medios, en Vox afirman que ese “plan provida” forma parte del acuerdo de la coalición

animadversión

“Lo que pasa es que el vicepresidente, eso es verdad, destacó las cuestiones que tienen más que ver con la agenda de Vox. Era un protocolo, ciertamente, para dar más prestaciones a todas las mujeres embarazadas, incluida la ecografía 4D y ofrecer escuchar el latido fetal. Pero dentro de ese grupo de mujeres a Vox le interesa incidir en que también se destinaban a las que quieren abortar. Y que si al menos una vida se salvaba, nosotros nos damos por satisfechos”. “Y es que eso es lo que piensa nuestro partido”, insisten fuentes de la dirección.

La explicación de Vox sobre lo ocurrido pone negro sobre blanco una cuestión clave para las próximas elecciones: la agenda política del partido de Abascal es “provida”, afirman, y no han cambiado un milímetro sus postulados. Seguirán defendiendo lo mismo. Pero, eso sí, ahora obligarán al PP a mayores garantías en futuros acuerdos.

El asunto no es menor porque los dos socios viven ahora en un clima de desconfianza absoluto. En Castilla y León las relaciones se han deteriorado, pero también a nivel nacional la interlocución es casi nula. En realidad, en la dirección de Vox no esconden una cierta “perplejidad” ante la actitud de Feijóo.

Después de la primera reunión entre el líder popular y Abascal el pasado mes de septiembre los contactos han sido casi inexistentes. En el partido ultra son conscientes de la hoja de ruta del presidente del PP y cada día toman nota de la animadversión que tiene por seguir firmando coaliciones con ellos, a pesar de que en sus propios territorios asumen que será difícil ir hacia otro camino.

“Sabiendo lo que va a ocurrir en mayo, que es que el PP nos va a necesitar en autonomías y ayuntamientos seguro, nos parece muy extraño que no quieran tender puentes. Incluso que podamos pactar algunas cosas como las desavenencias públicas. Pero nada de eso. No hay contacto, no hay nada”, resume otro dirigente de mucho peso. 

Toda esta situación está llevando a Vox a replantearse su estrategia electoral. Las encuestas no auguran una bajada intensa y, en comparación con 2019, cuando Ciudadanos tenía mucha fuerza, dan por hecho que crecerán este 2023. La cuestión es cómo tratar al PP. Vox sigue buscando su espacio (tras el ataque en Algeciras a dos iglesias y la muerte de un sacristán a manos de un presunto yihadista, el partido ultra volvió a marcar un mensaje claro anti inmigración) y mientras tanto busca encajar las piezas del puzzle en lo que tiene que ver con su futuro socio.

Hay debate y lo habrá. Algunos dirigentes son partidarios de apretar las tuercas al PP todo lo posible. Dan por hecho que los populares tratarán de dejarles fuera de los gobiernos en municipios y autonomías, buscando pactos de legislatura. Y esos mismos dirigentes creen que no se puede “ceder” con Feijóo. Incluso algunos creen que deben llevar hasta las últimas consecuencias la presión, poniendo encima de la mesa que si no hay acuerdos entre los dos gobernará la izquierda.

Todo está abierto, pero la crisis de Castilla y León ha agitado con fuerza el futuro entendimiento de la derecha.