Madrid

Ayuso y la delegada del Gobierno personifican el choque frontal de la política nacional

La delegada del Gobierno impugna la dialéctica frentista de la presidenta de la Comunidad de Madrid, censura que llame "tirano" a Pedro Sánchez y afea que las políticas del gobierno regional en el ámbito sanitario

Isabel Díaz Ayuso y la delegada del Gobierno en Madrid, Mercedes González.

Isabel Díaz Ayuso y la delegada del Gobierno en Madrid, Mercedes González. / EFE

Elena Marín

La semana de tensa dialéctica verbal ha tenido su culmen en el acto del día de la Constitución celebrado este viernes en la Real Casa de Correos, sede del Gobierno de la Comunidad de Madrid. La presidenta Isabel Díaz Ayuso y la delegada del Gobierno, Mercedes González, han recreado un ring imaginario donde cada una de ellas ha impugnado el discurso y las políticas de la otra o de los gobiernos que representan. Ha sido un acto de choque en el que cada una de ellas ha representado una de los dos Españas.

Ayuso ha hablado hoy de "la España fiel" y de la victoria de los "desleales" al Estado tras varios días refiriéndose al presidente del Gobierno como "tirano" o de acusar al Gobierno de Pedro Sánchez de acercar a los españoles a una nueva dictadura. Hoy además, no ha dudado en poner en palabras crudas a lo que lleva semanas denunciando, en referencia a los acuerdos parlamentarios del Ejecutivo con Bildu para sacar adelante sus proyectos: "Ningún apoyo político se puede pagar con sangre. Ni por matar ni por dejar de hacerlo". Ni una oportunidad sin mencionar a ETA.

Duelo dialéctico

Pero la delegada del Gobierno tampoco se ha quedado atrás. El duelo entre ambas en la tribuna ha sido esta vez más evidente que nunca, con discursos en los que ambas han escondido detrás de una sonrisa y un tono suave discursos voraces. González ha defendido al presidente Sánchez, puesto en duda la gestión de Ayuso en la crisis sanitaria de la región y atacado al Partido Popular por negarse a alcanzar acuerdos sobre los órganos constitucionales. No hubo aplausos de cortesía entre ambas, ni siquiera miradas o gestos cordiales. Una línea imaginaria dividía el espacio entre los afines a la presidenta del Gobierno, sus compañeros de gabinete y representantes institucionales del Partido Popular, que aplaudieron con ganas el discurso de Ayuso pero ni siquiera hicieron amago con el de la delegada; y todos los demás, que hicieron exactamente lo contrario. Una y otra apelaron al consenso, la concordia, el entendimiento y al titánico esfuerzo por el acuerdo que se consiguió en la redacción de la Constitución, pero al mismo tiempo que la defendían emprendían el choque discursivo.

De españoles a ciudadanos

González ha comenzado haciendo memoria, recordando que el concepto de ciudadanía que los españoles obtuvimos al entrar en democracia hace 44 años es lo que nos distingue de la etapa previa: "Durante la dictadura, solo fuimos españoles, nacidos en nuestro país, pero personas que carecíamos de derechos fundamentales y de capacidad de obrar en aspectos cruciales de nuestra existencia. Con la Constitución, pasamos a ser ciudadanos y ciudadanas con igualdad de oportunidades e igualdad de derechos, con deberes y obligaciones".

Y tras esa introducción, llegó el primer golpe que quiso asestar a Ayuso tras haber llamado tirano a Sánchez hasta en dos ocasiones esta semana: "En la España reciente la única dictadura que ha habido ha sido la franquista y el único tirano el general Franco, cuyo cadáver permanecía en un monumento nacional hasta que este Gobierno puso fin a su culto, del mismo modo que la Ley de Memoria Democrática, recientemente aprobada, pone fin a su exaltación".

Tras afear a la presidenta de la Comunidad aquellas declaraciones, a ido a por su partido. “Los consensos son inherentes a nuestro proceso histórico reciente, sin ellos es inconcebible eso que llamamos con orgullo Transición democrática. Sin ellos, no hubiera sido posible ni la Constitución, ni los Pactos de la Moncloa, ni las sucesivas renovaciones de los órganos judiciales habidas durante décadas, ni las dos reformas constitucionales que se han llevado a cabo en nuestro país”. Y de aquí, el mensaje tanto para la propia Ayuso como para el líder del PP, Alberto Núñez Feijóo: “El consenso y el diálogo hacen que la política sea un servicio público útil para el bienestar de la ciudadanía y no una actividad para lograr éxitos personales o imponer visiones excluyentes”.

Críticas al PP

González siguió cargando contra la falta de cintura del PP al denunciar “las trabas” poco “ejemplares” que se han puesto para no alcanzar acuerdos y ha advertido de que el problema de fondo es que esa actitud deja, en su opinión, la “sensación de que muchas veces, de la Constitución, solo se coge la parte que interesa, cuando más interesa, y si no, simplemente, se usa para arrojarla con radicalismo contra el adversario”.

El ataque a la gestión llegó inmediatamente después. La delegada intentó echar por tierra la política fiscal de la Comunidad de Madrid, que precisamente tras los últimos presupuestos presentados se jacta de llegar 18 años seguidos bajando impuestos, así como el discurso frentista contra el Gobierno y de defensa del madrileñismo que ha hecho de Ayuso un fenómeno de masas en apenas tres años. Y con la crítica a su política fiscal, metió el dedo en la herida abierta por la huelga de la atención primaria: “Nuestro sistema público requiere de una financiación adecuada y ésta solo es posible mediante una política fiscal que asegure la existencia de servicios públicos de calidad (...). En ese sentido, conviene recordar que, entre los derechos constitucionales más importantes, se encuentra el de la salud. Un sistema sanitario adecuado, es un deber constitucional y ético de los gobernantes. Una de las lecciones claras de la pandemia es que nuestro sistema necesita refuerzos, inversión, medios y atención. Por ello, a los responsables públicos les compete la obligación de dotar de medios y plena capacidad para atender las necesidades y demandas de la ciudadanía”.

La "España fiel" de Ayuso

La presidenta del Gobierno, arropada por la secretaria general de su partido, Cuca Gamarra, la expresidenta Esperanza Aguirre, el alcalde José Luis Martínez Almeida y todo su Gobierno , dejó de lado en esta ocasión a Sánchez y no lo nombró, aunque su figura sobrevoló todo su discurso. No hubo una arremetida personal contra él, como esta semana. Ayuso se limitó a apelar a los “españoles de bien”, a la “España fiel” que “no grita”, “no amenaza ni usa la violencia” y que ve “perpleja” “cómo la deslealtad, incluso el delito, se premiaban”. “¿Hasta cuándo la España fiel tendrá que soportar que lo que todos queremos sea puesto en peligro por los que nada aman, los que son puro resentimiento?”.

La presidenta, en línea con lo que ha hecho en otras ocasiones, reivindicó también también la figura del rey como garante de la Constitución, no solo de Felipe VI sino de Juan Carlos I. Y defendió que la España de las autonomías es la “mejor garantía frente al nacionalismo separatista”. ”Quienes proponen de mala fe el federalismo", apuntó, "saben que en lo federal está el germen de la negación y la destrucción de la soberanía nacional".

No a un "estado débil"

Se retorció también la presidenta contra los acuerdos del Gobierno de Pedro Sánchez con quienes buscan la independencia en distintas regiones del Estado, “No puede haber un Estado débil que no se atreva a resolver los problemas nacionales” y defendió que España no es “un estado plurinacional, sino una nación de siglos”.

Su intervención comenzó prácticamente alertando que "nunca antes nuestra Carta Magna se había visto tan amenazada como ahora". Terminó diciendo que este es el momento de "reforzar las instituciones", recordando cada uno de los órganos constitucionales que PP y PSOE han sido incapaces de renovar y defendiendo la independencia de cada uno de ellos y reiterando su mensaje a Sánchez y sus socios de Gobierno: "Tenemos que poner todo nuestro empeño en reforzar el prestigio de la Justicia: no se pueden cuestionar las sentencias cuando no nos son favorables, ni descalificar a los jueces que las dictan".